Grzegorz Ekiert es un especialista sobre Europa del Este que analiza la evolución de las democracias y los sistemas autoritarios en el s. XXI viendo que, mientras el siglo XX había sido una historia de creciente triunfo de la democracia liberal, en el mundo crece ahora un proceso iliberal que conduce a sistemas de virulentos nacionalismos autoritarios o dictatoriales, aumenta el número de países en los que crece el autoristarismo (Freedom House report 2022, nonprofit and nonpartisan org.) así como el número de personas que vive bajo estos regímenes (V-Dem report 2022, University of Gothenburg) que ha pasado a ser de un 49% en 2011 a un 70% de la población mundial en 2021.
¿Por qué la democracia está declinando frente a las autocracias?
Según Ekiert se han ido presentado diversas explicaciones que conviene considerar.
La primera es la tesis de que cuando las democracias trasladan la percepción de que están en crisis, sus enemigos ya no esconden sus ambiciones autoritarias (Mounk: The Atlantic, 24.02.2022), de modo que buscan crear un nuevo orden mundial que se acomode mejor a sus intereses (Rachman: FT, 23.01.2022).
La segunda tiene que ver con que un conjunto de hombres fuertes están llegando al poder en países muy diversos, de modo que ello está cambiando la política mundial en el sentido de que estaríamos en el mayor asalto a los valores democráticos liberales desde 1930 (Rachman: The Age of the Strongman, 2022).
La tercera explicación defiende la tesis de que en la actualidad las autocracias no están lideradas por un chico malo, sino por redes sofisticadas compuestas de estructuras financieras cleptocráticas, servicios de seguridad (militares o paramilitares), y propagandistas profesionales (controlando intensamente la información y la comunicación); que, además, están conectados no sólo dentro de un país sino internacionalmente entre ellas de manera cooperativa como nunca antes en la historia (Applebaum: The Atlantic, 15.11.2021). Por otro lado, estos regímenes aceptan el capitalismo de Estado liderado por sus autocracias.
Ekiert quiere resaltar que, aparte de que los enemigos de la democracia liberal están acelerando los ataques y están siendo más efectivos esquivando las normas y las instituciones que sostienen las libertades básicas, además de que están colaborando más entre ellos para hacer lo mismo, y que tal amenaza es el resultado de 16 años de declive de la libertad global, hay un giro de las autocracias desde sus formas más suaves a las más fuertes. Ekiert trae a colación que para Friedman el aspecto más peligroso del mundo actual consiste en el hecho de que «Putin tiene más poder incontrolado que cualquier otro líder ruso desde Stalin; y Xi tiene más poder incontrolado que cualquier otro líder chino desde Mao. Ahora bien, en el tiempo de Stalin sus excesos estaban estrechamente confinados a Rusia y a sus países fronterizos, así como en el tiempo de Mao China estaba aislada y sus excesos afectaban solo al pueblo chino» (Friedman: We have never been here before, NYT 25.02.2022).
Por otro lado, Ekiert quiere analizar (Freedom House report 2021) el desarrollo actual de antiguos países del este de europa de la órbita soviética que aportan una serie de sorpresas tras 30 años desde su transformación hacia la democracia, viendo que aumenta el número de estos países en los que la democracia está sufriendo retrocesos. Desde 2005 hasta 2021 los únicos dos países que han mantenido el mismo nivel democrático son Estonia y Croacia. Por lo tanto, el resto se están deslizando hacia atrás. Así, en casi todos esos países empezamos a ver aquello que establece el test de Levitsky y Ziblatt:
- Bajo compromiso con las reglas democráticas (crisis constitucional) y el imperio de la ley.
- Deslegitimización de la oposición.
- Tolerancia de la violencia.
- Intentos de restricción de las libertades civiles y la libertad de los medios de comunicación.
Ekiert analiza los casos y observa una serie de hallazgos paradójicos; a saber, el primero es que el momento en el que estos países alcanzaron índices de mayores libertades fue a los muy pocos años desde su transición, disfrutando entonces de más libertades de las que tienen en la actualidad; el segundo es que durante los últimos 30 años nunca han incrementado las libertades.
La gran pregunta para Ekiert es: ¿Cómo explicamos esto? ¿qué es lo que está ocurriendo en esta parte del mundo para que en estos países se de un giro desde la democracias para caminar hacia el autoritarismo?
Según Ekiert, las explicaciones disponibles en la discusión actual acerca de las causas de este giro son las siguientes:
- Las reformas y políticas impuestas por el neo-liberalismo económico que provocan el crecimiento de las desigualdades y los recortes en el estado de bienestar.
- La forzada imitación del mundo occidental (por ejemplo el forzado acceso a la UE).
- El surgimiento del populismo y los partidos nacionalistas más radicales en dichos países debilitando el inicial consenso liberal y emergiendo como un bloque nacional.
- La introducción de leyes autocráticas y las políticas iliberales por parte de líderes y partidos políticos en el gobierno (Scheppele).
Según Ekiert todas estas explicaciones tienen algo de verdad, pero él cree que hay otros elementos que se deben considerar para explicar el giro producido, para lo cual hay que concentrarse en algunos casos particulares.
Polonia tomó la delantera en los años ’90 con Walesa mostrando el camino de la libertad a todos los países de su entorno, y ahora está gobernado por un partido político radical nacionalista de tendencias autoritarias, pero a la vez muestra un gran éxito en su desarrollo económico, según datos del Banco Mundial, que el año pasado cambió a Polonia de ser considerado como un país con ingresos medios a ser considerado ahora como un país con estatus de altos ingresos:
- Desde 2005 el índice de probreza ha descendido del 54% a menos del 20% en 2014.
- Disfruta de una baja tase de desigualdad, siendo del 32,08 según el índice Gini.
- El PIB per capita ha crecido desde los 8.000 $ en 1990, a superar los 26.000 $ en 2015.
Este progreso se ha conseguido en las dos últimas décadas.
Entonces ¿qué ha pasado? La cuestión según Ekiert no son los datos económicos, sino las percepciones políticas. Si observamos las percepciones de la gente acerca de la situación de las familias, al responder a la pregunta «¿Le va bien a su familia o le va mal a su familia?«, las respuestas dadas cuando empezó su transición alrededor de 1992, eran que menos del 20% declaraban que a sus familias les iba bien, pero en 2019 el porcentaje era del 70%; al mismo tiempo, el número de polacos que declaraban que a sus familias les iba mal ha descendido de un 40% al inicio de la transición, hasta menos del 10% en 2019. Por tanto, la percepción de la gente es que la situación económica es mejor que nunca. Y este es el momento en que esos partidos autoritarios han ganado en poder. Entonces ¿qué nos estamos perdiendo? ¿Por qué esos partidos aumentan su apoyo? ¿Por qué Orban en Hungría, pese a todos los ataques a la libertad por parte de su partido, ha conseguido mantener el apoyo popular? Cree Ekiert que la explicación no se puede encontrar en que esos dos países han sido víctimas de una determinada transición económica.
La tesis que Ekiert defiende para encontrar una adecuada explicación a las anteriores preguntas es que hay una profundamente asentada preferencia por el autoritarismo en los países de la europa central y del Este. Así, según Ekiert, el problema en Polonia no es que tenemos un determinado gobierno en el poder, que estaría construyendo un Estado mafioso, permitiendo la corrupción y la impunidad, sino que dicho gobierno ha obtenido y obtiene mayorías parlamentarias. Según Ekiert, Jaroslaw Kaczynski (el actual líder ultraconservador del partido Justicia y Libertad) fue el primero en descubrir que a una sustancial parte del electorado -la suficiente para sostenerle- no le importa la democracia liberal, el capitalismo, el pluralismo y la libertades y otros elementos importados de occidente. Kaczynski decidió consolidar ese electorado alrededor de la familia, la tradición, el Estado paternal, los mitos nacionales y el folclore religioso (Jerzy Baczynski: Polityka, 24.03.2021).
Por tanto, cree Ekiert, es necesario reconocer que hay significantes segmentos de la población en estos países que son antiliberales y que tienden a apoyar las políticas autoritarias. Esto es, los discursos políticos de la derecha con el rabioso nacionalismo, su homofobia, racismo y fundamentalismo religioso, son efectivos porque obtienen resonancia entre partes significativas del electorado (Bonikowski, 2017). De modo que hay un problema cuando se quiere construir democracias sin demócratas.
Al inicio de la transición se iniciaron unas instituciones que impulsaron la democracia. Ahora sabemos que se fracasó en tal manipulación institucional. No se puede transformar a no-demócratas en demócratas cambiando instituciones simplemente, sino mediante el esfuerzo de educar a la gente asegurando que los valores liberales son apoyados por la sociedad y el Estado.
¿Cuáles son los puntos de vista de la población que prefiere los autoritarismos?
- Escepticismo hacia las instituciones representativas, rechazo de los valores liberales y apoyo a políticos plebiscitarios y de fuerte autoridad.
- Apoyo a los rasgos psicológicos de la personalidad autoritaria: apoyo al orden, al patriarcado, a los valores conservadores, respeto a la tradición, etnonacionalismo.
- Sentimiento característico de comunidades locales: familiarismo amoral, no les importan los demás (Banfield), tiranía de los primos (Gellner).
- Secularización detenida. Se trata de sociedades que han vivido 50 años en el comunismo, y ahora son las sociedades más religiosas de Europa hoy en día, con muy profundo conservadurismo católico u ortodoxo.
- Histeria política / ansiedad sobre la identidad.
Ekiert presenta algunas evidencias para apoyar su tesis mostrando que las encuestas en dichos países revelan lo siguiente:
- Bajo apoyo a los valores democráticos.
- Gran diferencia entre los valores culturales entre los países del Este o del Oeste de Europa.
- En dichos países se tiende a considerar a su propia cultura como superior.
- En cuanto a la Religión, más del 80% de su población declaran que creen en Dios y que forman parte de las prácticas religiosas. Por otro lado, se ve que se produce un declinar paulatino de la participación en las misas de los domingos, pero al tiempo que aumenta la gente que toma la comunión cada domingo; esto es, hay un incremento de la minoría más fundamentalista.
En suma, Ekiert recopila sus conclusiones acerca de lo que explica realmente el hecho del declive democrático en los países de Europa central y del Este:
- El autoritarismo va ganando porque tiene un importante apoyo de la gente en sus países y de sus aliados internacionales.
- La modernización cultural requiere tiempo y la democracia necesita demócratas para poder funcionar y sobrevivir. Estos países están lejos de los valores democráticos, por lo que habría que trabajar mucho en la educación de los jóvenes.
- El apoyo al autoritarismo varía entre las regiones pero es muy significativo casi por todas partes y mucho más elevado que en occidente. Es necesario reconocer las preferencias que expresan los votantes para entenderlo. No votan autoritario por la situación económica, sino por sus valores.
- El comunismo no modernizó sus sociedades, sino que por el contrario preservó el tradicional y antiliberal sistema de normas y valores previos con profundas raíces históricas.
- Las Iglesias y el sector derechista de la sociedad civil son los principales portadores de valores antiliberales y de un creciente y virulento nacionalismo.
- El crecimiento del nacionalismo y autoritarismo no es una respuesta a eventos o crisis específicos; sino que constituye una mayoría estable y silenciosa que retoma su voz cuando los partidos populistas y nacionalistas concurren y ganan las elecciones.
Así, concluye Ekiert, el problema al que se enfrenta el mundo es el declive de las democracias, el ascenso de los valores autoritarios y el surgimiento de fuertes dictaduras como consecuencia de todo ello.