sábado, 11 de julio de 2020

Allison: Guerra entre USA y China

Graham Allison defiende la tesis de que China es una potencia creciente que amenaza con desplazar a USA como actual potencia dominante, lo que situa a ambas potencias en una dirección de colisión y guerra, "a menos que ambas partes adopten difíciles y dolorosas acciones para evitarla".

Para entender el modelo que funciona en este tipo de enfrentamientos propone considerar la trampa de Tucídides, el antiguo historiador de la Grecia clásica que escribió hace 2.500 años acerca de la guerra del Peloponeso que devastó a Atenas y a Esparta, quien lo explicó así: "Fue el crecimiento de Atenas y el miedo que ello infundió en Esparta lo que hizo que la guerra fuera inevitable".

En un proyecto de investigación reciente, Allison ha hallado 16 casos en los que se ha producido un enfrentamiento de este tipo. Uno de los más conocidos fue el que a principios del s. XX enfrentó a la potencia creciente industrial alemana con el dominante imperio británico, que terminó en una nueva categoría de conflictos llamada "Guerra Mundial".

La investigación muestra que 12 de esos casos terminaron en guerra. En 4 casos no hubo guerra, lo que es una ratio preocupante para el siglo XXI en el que hemos disfrutado de un raro período que ya los historiadores conocen como el de la "larga paz". Paz que muchos creen garantizada, pero que está amanezada por el conflicto entre USA y China.

Tucídides afirmó que la guerra entre Esparta y Atenás era inevitable. Efectivamente a partir de algún punto de la escalada de enfrentamientos seguramente la guerra fue inevitable.

Según Allison, la guerra entre una potencia creciente y una dominante no es inevitable, si se evita ese punto de no retorno. Lo expresan las palabras del presidente John F. Kennedy al respecto de la crisis de los misiles en Cuba: "Por encima de todo, mientras defendemos nuestros intereses vitales, las potencias nucleares tienen que evitar confrontaciones que fuercen al adversario a elegir entre una retirada humillante o la guerra."

Así, la trampa de Tucídides se ha resuelto históricamente optando por uno de estos lados del dilema: O bien se produce la guerra, lo que suele dañar intensamente a ambas partes; o bien se aborta el enfrentamiento imaginativamente para encontrar fórmulas que permitan la supervivencia de ambos contendientes. La última opción no es sencilla, pero es posible si vemos que no han terminado en guerra los recientes enfrentamientos entre USA y la URSS durante la guerra fría, y tampoco los que han acontecido desde 1990 entre Reino Unido y Francia, por un lado, y Alemania, por otro. En el primer caso hubo intensas conversaciones y programas de reducción de armamentos; en el segundo caso se construyó muy imaginativamente la Unión Europea.

Allison formula recomendaciones a los actuales dirigentes de USA para adoptar decisiones sabias:

  • Clarificar los intereses vitales. Por ejemplo hay que considerar si se deben dejar a un lado las posiciones que forman parte del pasado, por ejemplo el dominio del Pacífico occidental.
  • Entender lo que China está intentado hacer. Por ejemplo, aplicando los razonamientos de Kennedy para alcanzar acuerdos.
  • Actuar estratégicamente. En lugar de actuar con la improvisación actual, más propensa a los conflictos.
  • Centrarse en los retos domésticos. Ni una decadente democracia, ni el autoritarismo, ofrecen respuestas a lo que necesitan los ciudadanos del s. XXI.

De acuerdo con Shakespeare, el destino no está en nuestra estrella sino en nosotros mismos.

Allison, Graham: Destined for War. Houghton Mifflin Harcourt. Boston-New York, 2017.


domingo, 5 de julio de 2020

Levitsky & Ziblatt: How Democracies Die

Levitsky y Ziblatt publicaron en 2018 un apasionante y clarificador trabajo en el que los autores se preguntan atónitos si la democracia en USA está en peligro. Confiesan que, habituados a investigar la cuestión del fracaso de las democracias alrededor del mundo, sin embargo nunca habrían imaginado que pudieran preguntarse lo mismo respecto de su propio país, en el que desde hace algunos años reconocen elementos que han sido precursores de crisis democráticas en otros países.
En general, señalan los autores, pensamos en el fin de las democracias a través de golpes de Estado, como ocurrió, por ejemplo, con el fin de la democracia chilena en 1973 y en tantos otros casos en los que el uso de las armas derriba democracias.
Ahora bien, recuerdan, las democracias también pueden morir a manos de líderes electos que subvierten el proceso que los llevó al poder. En algún caso, como en el de Hitler, el desmantelamiento democrático fue rápido; pero más a menudo la erosión se produce lentamente en apenas visibles pasos.
Consideran que es importante estudiar las democracias en crisis para entender mejor los retos a los que se enfrentan y tras ese estudio creen que han conseguido elaborar un test para ayudar a identificar posibles autócratas. Se puede aprender de los errores cometidos por líderes demócratas que abrieron las puertas a posibles autoritarios; y también se puede aprender de los caminos por los que otras democracias han mantenido a los líderes extremistas fuera del poder. Los estudios revelan que los autócratas electos suelen emplear en todo el mundo similares estrategias para subvertir las instituciones democráticas. Y también muestran que de tanto en tanto dichos autócratas suelen aparecer en todas las sociedades, incluso en las democracias más saneadas.
El test que proponen consta de los siguientes elementos:
  • La primera parte del test consiste en saber, no si van a aparecer dichas figuras autocráticas, sino si los líderes políticos, especialmente en los partidos políticos, trabajan o no para evitar que ganen poder, manteniéndolos fuera de las listas o evitando apoyarles. "Aislar a los extremistas populares requiere coraje político. Pero cuando el miedo, oportunismo, o errores de cálculo conducen a los partidos establecidos a traer a los extremistas a la corriente principal, la democracia está en peligro".
  • La segunda parte del test se da cuando el posible autoritario alcanza el poder: ¿El lider autocrático subvertirá las instituciones o se someterá a ellas? Las instituciones por sí solas no son suficientes para frenar a dichos líderes autocráticos electos. Las Constituciones deben ser defendidas por los partidos políticos y los ciudadanos organizados con ayuda de las normas democráticas. "Sin normas robustas, los controles y contrapesos constitucionales no sirven como los baluartes de la democracia que imaginamos que serían. Las instituciones se convierten en armas políticas empuñadas contundentemente por aquellos que las controlan contra los que no. Así es como los autócratas electos subvierten la democracias, convirtiendo en armas los tribunales y otros organismos neutrales, comprando los medios de comunicación y el sector privado (o acosándolo hasta el silencio), y reescribiendo las reglas de la política para inclinar el campo de juego contra los oponentes. La paradoja trágica de la ruta electoral hacia el autoritarismo es que los asesinos de la democracia usan las propias instituciones de la democracia, gradualmente, sutilmente, e incluso legalmente, para matarla."

A la luz de los estudios, los autores ponen de manifiesto que las democracias funcionan mejor y sobreviven más tiempo cuando las Constituciones están reforzadas por normas democráticas no escritas. Equivocadamente las solemos dar por garantizadas. Dos de esas normas no escritas están a la base de los sistemas constitucionales de control que posibilitan el equilibro y separación entre los poderes democráticos:
  • Tolerancia mutua; es decir, el entendimiento de que los partidos competidores se aceptan entre ellos como rivales legítimos.
  • Contención; es decir, la idea de que los políticos deben ejercer con límites el uso de sus prerrogativas.
Cuando falla todo lo anterior, por más garantizada que la consideráramos, la democracia languidece y corre peligro de muerte.


Levitsky, Steven & Ziblatt, Daniel: How Democracies Die. Crown 2018, New York.