lunes, 11 de octubre de 2021

Parménides y Zenón: Aquiles y la tortuga

 


Aquiles, el de los pies ligeros y uno de los más grandes guerreros de la homérica Ilíada, perderá una carrera contra una tortuga si le concede una ventaja inicial.
Esta es la apuesta que Zenón de Elea quiere defender mediante el razonamiento lógico (el logos griego). La apuesta es una paradoja, puesto que si miramos al mundo físico parece que Aquiles alcanzará y vencerá a la tortuga.
¿Qué es una paradoja? Etimológicamente el término viene del griego 'para' (contra) y 'doxa' (opinión), y ordinariamente suele referirse a aquello que es contrario a la opinión común; y en lógica es un razonamiento que nos conduce a conclusiones contradictorias o imposibles, lo que nos suele crear a veces serias dificultades. Para ilustrarlo con un ejemplo, consideremos la afirmación siguiente: "Estoy mintiendo". Y ahora razonemos un poco sobre dicha afirmación y veremos que si la afirmación es verdadera, entonces lo que digo es falso; mientras que si la afirmación es falsa, lo que digo es verdadero. La afirmación es una paradoja.
Pues bien, según Zenón, Aquiles no superará la ventaja que le ha concedido a la tortuga, por más que si vamos al estadio seguramente un corredor más veloz superará al menos veloz incluso habiéndole concedido una ventaja.
¿Entonces qué relevancia tiene la paradoja de Aquiles y la tortuga? ¿Por qué si la realidad nos dice que Aquiles ganará la carrera, Zenón se empeña en razonar lo contrario?
Tengamos en cuenta que el término "realidad", incluso los hechos que la componen, siempre cobran su sentido en el marco de una teoría. Pongamos un ejemplo. Desde 1829 se encuentran en Europa fósiles de cráneos que parecen humanos pero son un tanto raros. Uno de ellos se encontró en el valle de Neander en 1856. Un fisiologo explicó que pertenecía a un cosaco que padecía raquitismo, cuyo dolor le hacía arquear mucho las cejas. Otros científicos discutieron esa interpretación. Darwin publicó El origen de las especies en 1859. Con el tiempo, la teoría de la evolución de Darwin permitió reinterpretar el cráneo y darle un nuevo significado relativo a diferentes especies, la de los neandertales, sin recurrir a las malformaciones para interpretar un mismo hecho. El cráneo es el mismo, pero nuestra interpretación no lo es.
De modo que si queremos entender la relevancia de la paradoja, debemos ir a considerar el entramado conceptual (teoría) disponible en la época de Zenón de Elea (c. 490-430 a.C.), y así encontramos que se trata de un discípulo de Parménides de Elea, el cual escribió un poema (alrededor del 485 a.C.) en el que se enfrentaba a otras teorías filosóficas presentes. Hay que tener en cuenta que lo que llamamos filosofía, surge en el s. VII a.C. y se trata del intento del ser humano por alcanzar las claves racionales (logos, razón en griego) del mundo físico (physis, naturaleza en griego) que se presenta ante nosotros. Así, se busca aquello que pueda ser el principio último constitutivo de dicha physis; se busca lo que subsiste por debajo de lo que cambia; lo que es, el ser, por debajo de lo que parece ser; se busca la esencia, más allá de la apariencia, se busca el ser último.
Así, los primeros filosofos son llamados con tal nombre porque quieren saber por sí mismos, recurriendo a su propio logos y alejándose de las explicaciones mitológicas en la medida de lo posible. En griego la denominación es trivial. Son los philos sophos, los que quieren saber.
Tras una serie de teorías al respecto protagonizadas por filósofos diversos, Parménides lanza un órdago revolucionario, que después seguirá Zenón. En su poema, Parménides nos dice que en la vida podemos elegir transitar por la vía de la opinión, esto es, la de las diversas interpretaciones por poco fundamentadas que sean. Ahora bien, si queremos caminar por la vía de la verdad, entonces lo que podemos con verdad decir del ser es que es. No es posible pensar lo que no es, puesto que no estaríamos pensando algo que tuviera verdad. Pensar el no ser, sería algo propio de la vía de la opinión, y Parménides no quiere transitar por ella.
Para entender esto adecuadamente podemos profundizar un tanto más en el recurso conceptual que utilizan los griegos que no es otro que su propia lengua griega clásica. Miguel Candel nos ha aclarado en castellano lo siguiente al traducir el poema de Parménides:

  • "[...] es de lo más natural que el Eleata nos diga algo así como que 'no es posible pensar lo que no es (lo irreal)', dado que lo real es para él (de acuerdo con Aristóteles) algo sensible y pensar tiene como contenido propio lo sensible [...] el pensamiento (el acto de pensar) es algo real que forma, por tanto, parte del ser. Tendremos, pues, esta otra lectura del pasaje: 'Pues pensar se identifica con ser (3B)." [Candel, Miguel: "Ser. verdad y misterio: El poema de Parménides". En Disputatio, Philosophical Research Bulletin, Vol 5, No. 6, Dic. 2016, pág. 102 a 106].

Si pensar se identifica con ser, vamos por mal camino si pensamos el no-ser. Pensar el no-ser sería como decir que el no-ser es, puesto que pensar y ser es lo mismo. Al menos es lo mismo el pensar con verdad. Por tanto, mientras que en la vía de la opinión los humanos suelen decir el no-ser (hablar es decir o nombrar el pensar porque el logos es lenguaje), asumiendo entonces todos los riesgos de su errado deambular; sin embargo en la vía de la verdad, con todo su rigor, deberíamos abstenernos de decir, hablar o pensar el no-ser, puesto que sería decir lo irreal, que es justamente de lo que nos queremos alejar en la vía de la verdad.
El ser que dibuja así Parménides es uno, inmóvil y eterno. Es uno porque si no lo fuera, si hubiera pluralidad en lugar de unidad, entonces entre un ser y otro habría el no-ser, lo que es imposible. Es inmóvil, porque el movimiento es un tránsito del ser al no-ser o viceversa, por lo que habría el no-ser, lo que es imposible. Y es eterno porque si no lo fuera entonces se produciría su generación o su corrupción, lo que en ambos casos supondría el no-ser, lo que es imposible.
El ser parmenídeo es pues un continuum infinito, invidivisible, incorruptible, inengendrable e inmovil.
Zenón toma la concepción parmenídea para interpretar la carrera de Aquiles contra la tortuga. Zenón quiere jugar a las paradojas aplicando la concepción del ser de Parménides a una observación empírica, a un hecho que observamos con los sentidos, para extraer contradicciones e imposibles que nos hagan pensar y para que nos abrumen las dificultades de nuestro conocer. Así, como cualquier distancia que recorriera Aquiles es un continuum infinito, ante cualquier avance de Aquiles, habría un avance de la tortuga más allá de la ventaja concedida. Como el continuum es infinito, el sistema conceptual nos dice que Aquiles nunca alcanzaría a la tortuga puesto que necesitaría un tiempo también infinito.
¿Cuál es el problema entonces si vemos que cualquier corredor humano en condiciones normales alcanza a una tortuga a la que se ha dado una ventaja?
El problema es sencillamente que en la época no se dispone de un sistema conceptual o teoría que permita explicar de manera poderosa el hecho que observamos sin recurrir al no-ser.
Ahora bien, la solución no es trivial. Platón asumió completamente la tesis de Parménides. Aristóteles dedicó todo su ingenio a desarrollar una teoría física que no contradijera la tesis de Parménides. Nuestra Edad Media anduvo a vueltas con Platón y Aristóteles. La modernidad filosófica con la ciencia moderna luchó contra la visión aristotélica. Más de 20 siglos después de Parménides, con Leibniz y Newton y los avances de la teoría de límites, afirmamos que la suma de infinitos números puede ser un número finito y disponemos de una teoría matemática general que lo sustenta.
Los primeros filósofos griegos del s.VII a.C. tuvieron la osadía de atreverse a buscar regularidades físicas con su propia razón o logos. Parménides tuvo la osadía de presentar un gran reto conceptual a la mirada sobre lo físico. Dicho reto persistió y espoleó el genio humano.

domingo, 10 de octubre de 2021

Kagan: Peligro para la Democracia en USA

 


Moises Naím nos alerta de los riegos para la democracia que los propios estadounidenses manifiestan respecto de su propio país, como es el caso de Robert Kagan, hasta hace poco destacado estratega del partido republicano de los EEUU.
Kagan expone que EEUU se encamina a la mayor crisis constitucional desde su guerra civil, con previsión para los próximos tres o cuatro años de sufrir incidentes de violencia de masas, colapso de la autoridad federal y la división del país entre enclaves rojos y azules enfrentados.
En ese escenario afirma Kagan que en 2024 Trump volverá a ser candidato presencial, pero entonces contra un debilitado partido demócrata.
Añade que Trump y los republicanos están activamente preparándose para asegurar su victoria por todos los medios necesarios. Tratan de asegurarse que tendrán el control sobre los "oficiales" locales y estatales del cual carecieron en 2020.
Dice Kagan que "aquellos recalcitrantes oficiales republicanos que salvaron al país de la calamidad rechazando declarar fraude falsamente, o 'encontrar' más votos para Trump, están siendo sistemáticamente perseguidos o eliminados de sus funciones. Las cámaras legislativas republicanas están dándose a sí mismas mayor control sobre el proceso de certificación electoral. Así, esta primavera los republicanos han propuesto o aprobado medidas en al menos 16 estados que desplazarían a determinadas autoridades electorales desde el ámbito del gobernador, secretario de estado u otros oficiales ejecutivos hacia la cámara legislativa. Una ley de Arizona afirma rotundamente que la cámara legislativa puede 'revocar la expedición o certificación del secretario de estado respecto de un certificado electoral del elector presidencial' por el voto de la mayoría. Algunas cámaras legislativas buscan imponer castigos penales a los oficiales electorales locales acusados de haber cometido 'infracciones técnicas', incluyendo la obstrucción de la inspección de los observadores electorales.
Así, el escenario está siendo dispuesto para el caos. Imagínense semanas de protestas de masas rivalizando por los diversos estados mientras que los legisladores de ambas partes afirman su victoria y acusan a la otra de realizar acciones inconstitucionales para tomar el poder. Partidarios de ambas partes estarán mejor armados y serán más proclives a infligir daños de lo que lo estuvieron en 2020 ¿Llamaría el gobernador a la guardia nacional? ¿El presidente Biden nacionalizaría la guardia y la pondría bajo su control invocando la ley de insurrección y enviaría tropas a Pensilvania, Tejas o Wisconsin para sofocar las protestas violentas? Desplegar fuerzas federales en los estados sería denunciado como tiranía. Biden se encontraría donde otros presidentes han estado; donde estuvo Andrew Jackon durante la crisis de la anulación
[Carolina del Sur entró en crisis con EEUU declarando inconstitucionales determinadas leyes federales], o donde ya estuvo Abraham Lincoln después de la secesión del Sur; esto es, navegando sin reglas ni precedentes, haciendo sus propios juicios acerca los poderes constituciones que tiene o no tiene.
Las discusiones de hoy sobre el filibusterismo resultarían pintorescas en tres años si el sistema político americano entra en una crisis para la que la constitución no ofrece remedio.
"
Kagan cree que la necesaria prevención no se está tomando en consideración, salvo por unos pocos. Como es habitual en otros países en los que surgen líderes fascistas, sus oponentes están paralizados, confusos y sorprendidos por el carismático autoritario. Kagan insiste en que desde 2015 se ha subestimado a Trump en su capacidad popular, para controlar el partido republicano y para retener el poder. En 2020 podría haber ocurrido otra cosa si Biden no hubiera obtenido tanta diferencia en los estados en que el resultado fue más reñido, o si Trump hubiera tenido mayor control sobre las personas con capacidad de decisión en su administración, en el congreso y en los estados. Lo que impidió su toma del poder, asegura Kagan, fue un puñado de oficiales de los estados con notable valentía e integridad, y la resistencia de dos fiscales generales y un vicepresidente a obedecer órdenes que consideraron inapropiadas.

Kagan anuncia que en poco más de un año será imposible aprobar reformas para asegurar el proceso electoral de 2024. Cree que se debe hacer un esfuerzo. Recuerda que el partido republicano se formó en 1850 por políticos que abandonaron su anterior partido. Llama a Romney y a otros a que se conviertan en republicanos constitucionales que, en esta emergencia, sean capaces de formar una coalición de unidad nacional en el Senado con el único objetivo de salvar la república. Su cooperación con los demócratas podría limitarse estrictamente a los asuntos relacionados con la Constitución y las elecciones, o formando un consenso sobre asuntos críticos, dejando de lado las batallas habituales para poner el foco "en la más vital e inmediata necesidad de preservar los Estados Unidos."

Naím, Moises: ¿'Bye, bye', democracia? El País, 10.10.2021.
Kagan, Robert: Our constitutional crisis is already here. The Washington Post, 23.09.2021.



sábado, 2 de octubre de 2021

Palomeque: Cancelación y Posmodernidad

 


Azahara Palomeque no está de acuerdo con la doctrina de la "cancelación" y concluye que todos somos posmodernos (posmo). Palomeque se refiere al conflicto dentro de la izquierda en el que la parte clásica parece criticar a la parte posmoderna la insistencia en las batallas identitarias (feminismo, antirracismo, ecologismo...), puesto que así se perderían de vista las reivindicaciones de clase y las mejoras de derechos sociales y materiales.
Palomeque cree que estamos en la posmodernidad como período histórico, ya que se trata de una época con "gran multiplicidad de relatos que nos dan sentido". En lugar de "agarrarnos a los pocos discursos emancipadores de antaño (la religión o el marxismo), éstos conviven con causas que van desde la lucha contra la violencia de género o el cambio climático hasta la defensa de los derechos LGBTQ, pasando por los del colectivo inmigrante, porque a partir de este giro histórico, precisamente, se produce una mayor atención a las víctimas, lo cual ha supuesto no pocos avances en las vidas de muchas personas."
Tras aludir a la experiencia del Holocausto o la Guerra Civil norteaméricana, con sus avances en textos legales a favor de los derechos humanos, parece señalar que el ser posmoderno permite ser más críticos con los conflictos bélicos, pues si no fuéramos posmodernos "asumiríamos sus logros como propios, ya que los postulados del estado-nación primarían sobre la dignidad humana." Cree que se es posmoderno cuando se critica la desolación ciudadana ante la guerra o se expresa el dolor provocado por un desastre nuclear frente al corpus institucional para ocultarlo.
Es consciente de que la nostalgia aflora cuando el futuro es incierto por muchas causas, como el fracaso del proyecto socialista de la Unión Soviética, o las ruinas que trae el neoliberalismo amenazando los estados del bienestar, y tendemos a mitificar tiempos anteriores; mientras que los detractores de la nostalgia tienden a olvidar el potencial político progresista de dicha nostalgia. Tanto el eslogan republicano (Make America Great Again) como el demócrata (Build Back Better) en las últimas elecciones en USA miran hacia atrás, pero no son reaccionarios pues "el colectivo negro" se preguntó si la propuesta de vuelta atrás era a la esclavitud.
Palomeque insiste en cómo operan las identidades en la cultura yanqui, en la que hay gente discriminada y masacrada literalmente, con un racismo que está ligado a la dificultad para crear una sanidad pública para todos y que está a la base de las diferencias en el poder adquisitivo; por lo que no se debería criticar la insistencia en la diversidad de USA puesto que no se pueden explicar los atropellos exclusivamente por razón de clase social. Hay, pues, una batalla cultural con "cuerpos en juego cuya identidad es indisociable de su vulnerabilidad".
Cree Palomeque que la cancelación de la izquierda que quiere censurar las identidades, "cristaliza , especialmente, contra los más débiles, quienes continúan peleando por derechos tan básicos como el voto". No le parece bien desestimar lo posmoderno puesto que es el reino donde confluyen las problemáticas identitarias buscando justicia social dado que "los grandes relatos han perdido su posición hegemónica" y se requiere, por eso, una red de colaboraciones respetando las diferencias. Concluye dicendo: "Yo soy posmo, tú también, qué tal asumirlo y ponernos manos a la obra".
Palomeque, Azahara. "Yo soy 'posmo', tú también." El País, 01.10.2021.

Seguramente la tésis principal que quiere formular Palomeque es la necesidad de que la izquierda coopere en lugar de escindirse entre, por un lado, la fracción clásica que defendería la "cancelación" del programa identitario para insistir en el problema prioritario que sería las reivindicaciones de "clase"; y, por otro lado, la fracción "posmo" que insiste en que el discurso identitario es prioritario para una parte de los ciudadanos respecto de los viejos discursos de reivindicaciones de "clase", todo ello en USA.

Palomeque afirma con claridad que estamos en una época posmoderna y que todos somos posmodernos ("posmo"), sobre la idoneidad de lo cual aportaremos un pequeño análisis.
Antes que nada, en primer lugar, asumimos sin discusión lo que nos mostró Merton respecto de que los seres humanos no sólo responden a los datos objetivos, sino, y tal vez primordialmente, al sentido que la situación tiene para ellos, así que cuando Palomeque dice que todos somos "posmo", probablemente no tenga relevancia para la acción política ninguna de nuestras consideraciones acerca de la idoneidad de las afirmaciones y argumentos utilizados por ella en relación con el diagnóstico de que estamos en una época posmoderna y de que todos somos posmodernos, así como la caracterización que hace de lo posmoderno en relación con lo que sería moderno y superado.
Parece claro que vivimos en una época de crisis cultural, como otras que ha vivido la humanidad. En esas crisis los discursos presentes son múltiples, hay una tensión entre lo que se considera viejo y lo nuevo, y sólo con el tiempo se perfila la dominancia de unos discursos sobre otros sin que esté garantizado que lo afirmado como nuevo vaya a ser de manera inmediata lo que perdure. La lectura de Platón nos puede proporcionar información y reflexión sobre las tensiones múltiples y profundidad de la enorme crisis que vivía la Atenas de su tiempo. También podemos revisitar el tránsito desde la Edad Media a la Modernidad, en la que por no estar claro, no estaba claro ni siquiera si nuestros pies estaban sobre un planeta quieto o en movimiento.
La crisis que ahora vivimos hace muy poco que se inició, hace aproximadamente algo más de un par de siglos, y se inició con lo que hemos llamado la Modernidad y el movimiento ilustrado. Se produjo una gran transformación cultural y política que es tan reciente que se pueden plantear dudas acerca de si ya ha sido superada por otra época, a la que se le podría llamar Posmodernidad. Está claro que el término es utilizado y reinvindicado por diversos autores e intervinientes, como es el caso de Lyotard y también de Palomeque. Y el término podría cuajar, de tal modo que dentro de dos siglos todos los libros de texto de bachillerato consideren que nuestra época actual es posmoderna, como afirma la autora. Ahora bien, creo que no es del todo feliz calificar la época actual como posmoderna, pues tal cosa sería como aplicar la criticada doctrina de la cancelación pero esta vez a la Modernidad y a la Ilustración. Si lo "post" significa meramente "lo que va después", como cuando en los programas televisivos se pasa al programa del "postpartido", en relación con el reciente partido del deporte favorito, entonces la cuestión resulta trivial, puesto que el post partido depende enteramente del partido. Pero parece ser que lo que se pretende no es eso, sino más bien darle un carácter de época nueva a la presente llamándola Postmodernidad, de tal modo que habría cancelado la anterior por la obsolescencia de aquellos grandes discursos que ya no sirven. Es cierto que hoy necesitamos una crítica de la Modernidad y de la Ilustración pues consideramos que las perspectivas identitarias deben ser tenidas en cuenta, como también las consecuencias de considerar el planeta como un objeto de consumo, entre otras. Ahora bien, se podría preguntar cuáles, por citar algunas, de las siguientes grandes ideas nucleares de la Modernidad y la Ilustración, en sus aspectos más políticos, pueden ser consideradas por las personas "posmo" como alcanzadas, superadas u obsoletas o simplemente que ya no sirven los discursos que se articulen en torno a ellas:
- Separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial de tal modo que se evite su concentración y la consiguiente muerte de las democracias.
- Ilustración en tanto que salida del ser humano de su incapacidad de valerse de su entendimiento sin la dirección de otro.
- Constituciones civiles republicanas en todos los Estados.
- Sistema de relaciones entre Estados para la paz perpetua.
- Laicismo de los Estados de tal modo que ningún Estado imponga normas y valores morales particulares de cada religión o de la irreligión.
- Libertad, igualdad y fraternidad efectivas entre las personas en los Estados.
- Estados de derecho con la consiguiente protección de los derechos individuales sin discriminación.
Por lo demás, para referirnos también a la crisis de sostenibilidad del consumo y la producción a que se somete el planeta, y que la crítica podría considerar como consecuencia de la idea ilustrada del progreso sostenido por la ciencia y la tecnología asociada, ¿hay alguien que dude de que será sobre todo esa ciencia que se forjó en la Modernidad la que podrá ayudarnos a afrontar la presente crisis ecológica, siempre que decidamos realmente afrontarla?
En resumen, es conveniente la crítica a la Modernidad y a la Ilustración, pero tal vez todavía estamos como mucho en el post-partido.