sábado, 2 de octubre de 2021

Palomeque: Cancelación y Posmodernidad

 


Azahara Palomeque no está de acuerdo con la doctrina de la "cancelación" y concluye que todos somos posmodernos (posmo). Palomeque se refiere al conflicto dentro de la izquierda en el que la parte clásica parece criticar a la parte posmoderna la insistencia en las batallas identitarias (feminismo, antirracismo, ecologismo...), puesto que así se perderían de vista las reivindicaciones de clase y las mejoras de derechos sociales y materiales.
Palomeque cree que estamos en la posmodernidad como período histórico, ya que se trata de una época con "gran multiplicidad de relatos que nos dan sentido". En lugar de "agarrarnos a los pocos discursos emancipadores de antaño (la religión o el marxismo), éstos conviven con causas que van desde la lucha contra la violencia de género o el cambio climático hasta la defensa de los derechos LGBTQ, pasando por los del colectivo inmigrante, porque a partir de este giro histórico, precisamente, se produce una mayor atención a las víctimas, lo cual ha supuesto no pocos avances en las vidas de muchas personas."
Tras aludir a la experiencia del Holocausto o la Guerra Civil norteaméricana, con sus avances en textos legales a favor de los derechos humanos, parece señalar que el ser posmoderno permite ser más críticos con los conflictos bélicos, pues si no fuéramos posmodernos "asumiríamos sus logros como propios, ya que los postulados del estado-nación primarían sobre la dignidad humana." Cree que se es posmoderno cuando se critica la desolación ciudadana ante la guerra o se expresa el dolor provocado por un desastre nuclear frente al corpus institucional para ocultarlo.
Es consciente de que la nostalgia aflora cuando el futuro es incierto por muchas causas, como el fracaso del proyecto socialista de la Unión Soviética, o las ruinas que trae el neoliberalismo amenazando los estados del bienestar, y tendemos a mitificar tiempos anteriores; mientras que los detractores de la nostalgia tienden a olvidar el potencial político progresista de dicha nostalgia. Tanto el eslogan republicano (Make America Great Again) como el demócrata (Build Back Better) en las últimas elecciones en USA miran hacia atrás, pero no son reaccionarios pues "el colectivo negro" se preguntó si la propuesta de vuelta atrás era a la esclavitud.
Palomeque insiste en cómo operan las identidades en la cultura yanqui, en la que hay gente discriminada y masacrada literalmente, con un racismo que está ligado a la dificultad para crear una sanidad pública para todos y que está a la base de las diferencias en el poder adquisitivo; por lo que no se debería criticar la insistencia en la diversidad de USA puesto que no se pueden explicar los atropellos exclusivamente por razón de clase social. Hay, pues, una batalla cultural con "cuerpos en juego cuya identidad es indisociable de su vulnerabilidad".
Cree Palomeque que la cancelación de la izquierda que quiere censurar las identidades, "cristaliza , especialmente, contra los más débiles, quienes continúan peleando por derechos tan básicos como el voto". No le parece bien desestimar lo posmoderno puesto que es el reino donde confluyen las problemáticas identitarias buscando justicia social dado que "los grandes relatos han perdido su posición hegemónica" y se requiere, por eso, una red de colaboraciones respetando las diferencias. Concluye dicendo: "Yo soy posmo, tú también, qué tal asumirlo y ponernos manos a la obra".
Palomeque, Azahara. "Yo soy 'posmo', tú también." El País, 01.10.2021.

Seguramente la tésis principal que quiere formular Palomeque es la necesidad de que la izquierda coopere en lugar de escindirse entre, por un lado, la fracción clásica que defendería la "cancelación" del programa identitario para insistir en el problema prioritario que sería las reivindicaciones de "clase"; y, por otro lado, la fracción "posmo" que insiste en que el discurso identitario es prioritario para una parte de los ciudadanos respecto de los viejos discursos de reivindicaciones de "clase", todo ello en USA.

Palomeque afirma con claridad que estamos en una época posmoderna y que todos somos posmodernos ("posmo"), sobre la idoneidad de lo cual aportaremos un pequeño análisis.
Antes que nada, en primer lugar, asumimos sin discusión lo que nos mostró Merton respecto de que los seres humanos no sólo responden a los datos objetivos, sino, y tal vez primordialmente, al sentido que la situación tiene para ellos, así que cuando Palomeque dice que todos somos "posmo", probablemente no tenga relevancia para la acción política ninguna de nuestras consideraciones acerca de la idoneidad de las afirmaciones y argumentos utilizados por ella en relación con el diagnóstico de que estamos en una época posmoderna y de que todos somos posmodernos, así como la caracterización que hace de lo posmoderno en relación con lo que sería moderno y superado.
Parece claro que vivimos en una época de crisis cultural, como otras que ha vivido la humanidad. En esas crisis los discursos presentes son múltiples, hay una tensión entre lo que se considera viejo y lo nuevo, y sólo con el tiempo se perfila la dominancia de unos discursos sobre otros sin que esté garantizado que lo afirmado como nuevo vaya a ser de manera inmediata lo que perdure. La lectura de Platón nos puede proporcionar información y reflexión sobre las tensiones múltiples y profundidad de la enorme crisis que vivía la Atenas de su tiempo. También podemos revisitar el tránsito desde la Edad Media a la Modernidad, en la que por no estar claro, no estaba claro ni siquiera si nuestros pies estaban sobre un planeta quieto o en movimiento.
La crisis que ahora vivimos hace muy poco que se inició, hace aproximadamente algo más de un par de siglos, y se inició con lo que hemos llamado la Modernidad y el movimiento ilustrado. Se produjo una gran transformación cultural y política que es tan reciente que se pueden plantear dudas acerca de si ya ha sido superada por otra época, a la que se le podría llamar Posmodernidad. Está claro que el término es utilizado y reinvindicado por diversos autores e intervinientes, como es el caso de Lyotard y también de Palomeque. Y el término podría cuajar, de tal modo que dentro de dos siglos todos los libros de texto de bachillerato consideren que nuestra época actual es posmoderna, como afirma la autora. Ahora bien, creo que no es del todo feliz calificar la época actual como posmoderna, pues tal cosa sería como aplicar la criticada doctrina de la cancelación pero esta vez a la Modernidad y a la Ilustración. Si lo "post" significa meramente "lo que va después", como cuando en los programas televisivos se pasa al programa del "postpartido", en relación con el reciente partido del deporte favorito, entonces la cuestión resulta trivial, puesto que el post partido depende enteramente del partido. Pero parece ser que lo que se pretende no es eso, sino más bien darle un carácter de época nueva a la presente llamándola Postmodernidad, de tal modo que habría cancelado la anterior por la obsolescencia de aquellos grandes discursos que ya no sirven. Es cierto que hoy necesitamos una crítica de la Modernidad y de la Ilustración pues consideramos que las perspectivas identitarias deben ser tenidas en cuenta, como también las consecuencias de considerar el planeta como un objeto de consumo, entre otras. Ahora bien, se podría preguntar cuáles, por citar algunas, de las siguientes grandes ideas nucleares de la Modernidad y la Ilustración, en sus aspectos más políticos, pueden ser consideradas por las personas "posmo" como alcanzadas, superadas u obsoletas o simplemente que ya no sirven los discursos que se articulen en torno a ellas:
- Separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial de tal modo que se evite su concentración y la consiguiente muerte de las democracias.
- Ilustración en tanto que salida del ser humano de su incapacidad de valerse de su entendimiento sin la dirección de otro.
- Constituciones civiles republicanas en todos los Estados.
- Sistema de relaciones entre Estados para la paz perpetua.
- Laicismo de los Estados de tal modo que ningún Estado imponga normas y valores morales particulares de cada religión o de la irreligión.
- Libertad, igualdad y fraternidad efectivas entre las personas en los Estados.
- Estados de derecho con la consiguiente protección de los derechos individuales sin discriminación.
Por lo demás, para referirnos también a la crisis de sostenibilidad del consumo y la producción a que se somete el planeta, y que la crítica podría considerar como consecuencia de la idea ilustrada del progreso sostenido por la ciencia y la tecnología asociada, ¿hay alguien que dude de que será sobre todo esa ciencia que se forjó en la Modernidad la que podrá ayudarnos a afrontar la presente crisis ecológica, siempre que decidamos realmente afrontarla?
En resumen, es conveniente la crítica a la Modernidad y a la Ilustración, pero tal vez todavía estamos como mucho en el post-partido.

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