Clausewitz fue más allá de lo habitual en su libro Vom Kriege [Sobre la guerra]. Como militar, ultrapasó el camino de la tradición militar romana de explicar la tecnicidad de la guerra para oficiales, a modo de manuales de procedimiento. Quiso explorar el fenómeno de la guerra para entenderlo mejor en todas sus manifiestaciones, sean tanto tangibles como psicológicas, partiendo de la tesis de que los manuales técnicos no resultan de aplicación para todos los casos reales de guerra. Por el contrario, una mejor comprensión de la esencia de la guerra podría ayudar a los líderes a gestionarla y, en su caso, ganarla.
Clausewitz consideraba la guerra como un eterno fenómeno humano, y el pesimismo al respecto acompañó su vida entera:
- "No nos gusta escuchar a los generales decir que vencen sin sangre humana. Si la batalla sangrienta es solo una horrible charlotada, entonces tiene que ser la ocasión para dar más valor a las guerras; pero no para, por humanidad, desafilar poco a poco la espada que se empuña, hasta que entretanto alguien venga con una bien afilada que nos separe los brazos del cuerpo" (Libro 4, capítulo II, 155).
Clausewitz fue estudiado intensamente en el siglo XX. Stalin lo consideró el símbolo de la estrategia del fascismo alemán, al que venció y por ello rechazó su análisis como algo malo e inútil. Al principio de la Guerra Fría se rechazó como irracional la famosa tesis de Clausewitz de que la guerra es la continuación de la política por otros medios, dado el contexto de la amenaza nuclear. Pero más tarde, cuando se hizo claro que la guerra no era solamente un conflicto en Europa o entre las grandes potencias de una manera directa, Clausewitz fue revisitado de nuevo.
Obviamente era difícil para Clausewitz prever los desarrollos posteriores incrementando la presencia del derecho internacional y de las organizaciones internacionales, como la ONU, que aspiraban a un mundo en el que la guerra fuera ilegal y solo utilizada por entidades excluídas de la comunidad de naciones.
Clausewitz había leído a Maquiavelo, que ya consideraba la guerra como una de las herramientas del príncipe para sus fines políticos. También a Guibert (1743-90), que había mostrado la diferencia entre las pasadas guerras del Antiguo Régimen y las actuales, así como a Grotius y a Rousseau.
Friedrich Wilhem III de Prusia, bajo la ocupación francesa, se alió con Napoleón contra Rusia. Clausewitz, hasta entonces oficial prusiano, ofreció sus servicios a Rusia. Desde el lado ruso participó en la resistencia a Napoleón. Quedó impresionado por el hostigamiento constante a las fuerzas francesas por campesinos rusos armados con lo que fuera, lo que propulsó su idea de armar al pueblo. Observó las dificultades de los franceses ante el tamaño del país que intentaban ocupar, la anchura de sus ríos, la dificultad de sus malas carreteras, la fuerza del invierno, y la determinación del pueblo ruso; todo lo cual redujo el ejercito de Napoleón desde los 600.000 soldados iniciales hasta los 20.000 al final, para hacer frente a los 180.000 soldados rusos. La lección que obtuvo Clausewitz fue la de la superioridad de la estrategia defensiva sobre la ofensiva.
En 1812 Prusia abandonó la alianza con Francia y en 1813 declaró la guerra a Francia, comenzando la 'guerra de liberación' de Prusia, de la opresión francesa, según la visión de Clausewitz, que volvió así al servicio prusiano, promoviendo la insurrección de Königsberg. Tras la victoria contra Napoleón, quedó relegado a un puesto docente a causa de su previo abandono de Prusia en favor de Rusia, Murió a los 51 años afectado por un brote de cólera durante una campaña.
La definición de guerra de Clausewitz es que "la guerra es un acto de fuerza para obligar a nuestro enemigo a que haga nuestra voluntad" (Libro I); por lo que la victoria no consiste meramente en la muerte del enemigo o en ganar una batalla, sino en imponer nuestra voluntad. Un siglo después, Henry Kissinger diría que "un ejercito convencional pierde si no gana; mientras que la guerrilla gana si no pierde." Si un gran ejército no impone su voluntad a la población, puede perder la guerra, pues la gente puede obligar a retirarse a un superior ejército de ocupación asegurando una constante hemorragia mediante ataques terroristas que nunca dejen en paz al adversario, como le ocurrió a Napoleón en Rusia.
Junto a la tesis de la superioridad de la estrategia defensiva sobre la ofensiva, Clausewitz defiende la tesis de la guerra como función de las políticas perseguidas por las entidades en lucha, pero los objetivos políticos no son la única variable de la guerra, sino que hay una trinidad de variables, que pueden ser más o menos profundas y determinar así el tipo de guerra. El primer elemento tiene que ver con la violencia, odio y enemistad; las cuales se asocian con las pasiones del pueblo, de modo que cuanta mayor población esté envuelta en la guerra, mayor identificación con la misma y mayor violencia habrá. El segundo es la probabilidad y el azar, que interpela más al talento y valentía de los comandantes militares. La tercera dimensión corresponde más al gobierno y los propósitos políticos de la guerra. La guerra es una función de las tres variables dependientes del gobierno, el ejército y la población.
Tras la Guerra Fría, y la preeminencia de actores de guerra no estatales (guerrillas, insurgentes, terroristas...), parecía que éstos quedaban fuera de aquellas categorías, pero otros creen que siguen siendo una herramienta eficaz para comprender la guerra. Todavía más si consideramos las variables como interconectadas entre sí: la tendencia a la violencia puede o no ser reducida por los líderes políticos, el ejército puede o no estar influenciado por la pasión o desinterés de la población, las victorias o derrotas militares pueden o no suscitar pasiones populares, y los líderes políticos pueden o no perseguir cuidadosamente sus fines como para haber preparado bien el ejército para sus propósitos.
Buena parte del libro se dedica también a aspectos menos filosóficos de la guerra, pero incluso en ellos, se resaltan aspectos que siguen siendo de carácter conceptual. Clausewitz consideró importante atacar el centro de gravedad del adversario; ahora bien, pasó de considerar que atacar dicho centro era atacar las fuerzas principales del adversario en una especie de batalla decisiva venciendo al enemigo de manera sangrienta al estilo napoleónico, a pasar a considerar que el centro de gravedad del enemigo podría ser tambien la moral en general del enemigo o su voluntad de continuar en la lucha. En ese último caso, una victoria en el campo de batalla no sería suficiente. Según Clausewitz, la dominación de la voluntad del enemigo, como objetivo de toda guerra, aporta otra noción importante que es la perspectiva de la escalación. Para romper la voluntad del enemigo de continuar con la guerra, hay que conducirle al punto de amenazarle con algo tan terrible, ofrecerle una visión de futuro tan insoportable, que prefiera antes rendirse que seguir con el riesgo de sufrirlo. Este elemento ha sido importante en las estrategias nucleares del s. XX y lo sigue siendo hoy.
Carl von Clausewitz: Vom Kriege [Sobre la guerra]. Berlin, 1832.
Beatrice Heuser: Introduction, en Clausewitz: On war. Oxford, 2007.
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