Michel Houellebecq ha sido en los últimos años l’enfant terrible de la literatura francesa. Tres de sus obras son las que han causado grandes controversias. Les particules élémentaires (1998, Flammarion. Paris) narra una historia de amor de finales del siglo XX, en constante contraposición con los ideales del 68. Plateforme (2001, Flammarion. Paris) penetra en el complejo mundo del sexo dentro de un mundo globalizado en el que también el sexo se mercantiliza. La possibilité d’une île (2005, Fayard. Paris) indaga en la noción de la vida eterna pero, ya no en el sentido religioso, sino en el de las posibilidades de la ciencia actual.
En todas sus obras hay una interesante mezcla de provocación inteligente que en cada caso trata de poner el dedo en la llaga de una serie de temas cuidadosamente elegidos. Houellebecq siempre sabe documentarse, profundizar y presentar las argumentaciones más contrapuestas. Probablemente no sea una literatura en absoluto poética, pero sí llena de pensamiento y, por ello, aunque discurre en la otra orilla, no queda muy lejos de la filosofía.
En todas sus obras hay una interesante mezcla de provocación inteligente que en cada caso trata de poner el dedo en la llaga de una serie de temas cuidadosamente elegidos. Houellebecq siempre sabe documentarse, profundizar y presentar las argumentaciones más contrapuestas. Probablemente no sea una literatura en absoluto poética, pero sí llena de pensamiento y, por ello, aunque discurre en la otra orilla, no queda muy lejos de la filosofía.
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