A propósito de la actual crisis financiero-económica hemos ido observando las tensiones que se han ido produciendo entre la idea de que el mercado por sí mismo es el mejor regulador y la de que, sin una intervención, el mercado es ciego y potencialmente desastroso. Paul Krugman, premio Nobel de Economía 2008, indaga sobre esta cuestión a través de la consideración de la profesión de economista. Repasa la secuencia de recientes teorías en Economía: La primera es aquella que allá por 1776 defiende con Adam Smith la posición neoclásica de confianza en el mercado, después la de Keynes y su idea de la necesidad de un vigilante para conjurar la crisis de 1930 (en la que el Gobierno tendría la tarea de imprimir más moneda junto a una mayor inversión pública), a continuación la vuelta al neoclasicismo de Milton Friedmand a partir de 1953 con el llamado monetarismo que consistía en defender una mínima intervención en los mercados y que ésta solo fuera por parte de los bancos centrales, y finalmente una nueva vuelta de tuerca hacia el neoclasicismo de modo que a partir de los años 70 y 80 fue ganando terreno la idea de que el mejor camino para maximizar beneficios era gestionar la Economía como un "casino". Ahora, tras la explosión de las burbujas en 2008, generadas por el modelo económico-financiero próximo al "casino", se ha tratado de decir que ningún economista fue capaz de preverlo, como si lo que ha ocurrido fuera ajeno a las teorías económicas. Krugman rechaza tal aseveración. Según él, obviamente la crisis no fue prevista por los que defendían aquella vuelta al liberalismo económico. La teoría neoclásica siguió creyendo en un mercado perfecto que se autorregulaba, y por eso le achaca el que dicha teoría no parece ser capaz de tener en cuenta los efectos del comportamiento irracional por parte de los actores económicos, que de hecho se produce. Por ello Krugman defiende una vuelta al keynesianismo.
Krugman, Paul. "¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?" El País, 13/09/2009, Negocios, páginas 8-10
Krugman, Paul. "¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?" El País, 13/09/2009, Negocios, páginas 8-10
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