Nos advierte el arabista Juan Vernet en la introducción a su edición de Las mil y una noches que, según viejos augurios, quien quiera leer todo el libro morirá antes de terminar la lectura. Afortunadamente él no murió y pudo ofrecernos su traducción.
Hasta ahora Las mil y una noches aparecía como el resultado de la tradición oral, como una obra de aluvión en la que se amalgaman relatos muy diversos. No sólo se concebía como una obra inacabada sino también inacabable. De hecho una discusión interesante gira en torno no sólo a la determinación de los cuentos que deberían integrarla sino también a sus diferentes versiones.
Vernet realizó una primera traducción en 1964. En 1990 la editorial Planeta publica una nueva edición y Vernet añade una introducción en la que nos explica que la base de su traducción es la quinta edición de El Cairo (1323/1906) a la vez que la edición de Dar al Kutub al-arabiyya al-kubrà, la cual coincide con la ZER (Zotenberg's Egyptian Recension), aunque ha añadido otros elementos de la edición de Calcuta (1832-1842) y ha añadido también cuentos de otras ediciones. Pura tradición de amalgama, aunque con una cuidada selección.
Por otro lado, encontramos otro debate interesante a propósito de la importancia de los textos. Parece evidente que el mundo árabe consideraba Las mil y una noches como una obra menor, seca, irrelevante. Se tiende a señalar que fue la invasión francesa con Napoleón la que hizo ver al mundo árabe la importancia que Occidente confería a la obra, todo ello gracias a la edición en 1704 del francés Galland, realizada durante el reinado de Luis XIV. Sin embargo, Vernet nos muestra que la cultura hispana ya conocía y apreciaba la obra desde el s. XIII o incluso antes.
Desde su residencia en Marraquech, el escritor Juan Goytisolo considera que se trata de un "libro de la vida" que lo contiene todo, y cuyas esporas han ido fecundando la literatura universal, conteniendo un origen cultural que nos hermana a todos. Así, la violencia del rey Sahrayar es aplacada por el triunfo de la narrativa de Sahrazad.
En 1986 René R. Khawam publica una nueva edición de Les Mille et Une Nuits (traducción española en Edhasa, 2007), fruto de un trabajo de investigación de 39 años mediante el que pretende rescatar el núcleo original del libro de relatos regresando a los s. XII y XIII en una edición organizada por temáticas en cuatro tomos: Damas insignes y servidores galantes, Corazones inhumanos, Pasiones viajeras y El sabor de los días.
Hasta ahora Las mil y una noches aparecía como el resultado de la tradición oral, como una obra de aluvión en la que se amalgaman relatos muy diversos. No sólo se concebía como una obra inacabada sino también inacabable. De hecho una discusión interesante gira en torno no sólo a la determinación de los cuentos que deberían integrarla sino también a sus diferentes versiones.
Vernet realizó una primera traducción en 1964. En 1990 la editorial Planeta publica una nueva edición y Vernet añade una introducción en la que nos explica que la base de su traducción es la quinta edición de El Cairo (1323/1906) a la vez que la edición de Dar al Kutub al-arabiyya al-kubrà, la cual coincide con la ZER (Zotenberg's Egyptian Recension), aunque ha añadido otros elementos de la edición de Calcuta (1832-1842) y ha añadido también cuentos de otras ediciones. Pura tradición de amalgama, aunque con una cuidada selección.
Por otro lado, encontramos otro debate interesante a propósito de la importancia de los textos. Parece evidente que el mundo árabe consideraba Las mil y una noches como una obra menor, seca, irrelevante. Se tiende a señalar que fue la invasión francesa con Napoleón la que hizo ver al mundo árabe la importancia que Occidente confería a la obra, todo ello gracias a la edición en 1704 del francés Galland, realizada durante el reinado de Luis XIV. Sin embargo, Vernet nos muestra que la cultura hispana ya conocía y apreciaba la obra desde el s. XIII o incluso antes.
Desde su residencia en Marraquech, el escritor Juan Goytisolo considera que se trata de un "libro de la vida" que lo contiene todo, y cuyas esporas han ido fecundando la literatura universal, conteniendo un origen cultural que nos hermana a todos. Así, la violencia del rey Sahrayar es aplacada por el triunfo de la narrativa de Sahrazad.
En 1986 René R. Khawam publica una nueva edición de Les Mille et Une Nuits (traducción española en Edhasa, 2007), fruto de un trabajo de investigación de 39 años mediante el que pretende rescatar el núcleo original del libro de relatos regresando a los s. XII y XIII en una edición organizada por temáticas en cuatro tomos: Damas insignes y servidores galantes, Corazones inhumanos, Pasiones viajeras y El sabor de los días.
Khawam se siente impulsado por la experiencia con su padre, a quien algunos profesores de la Sorbona encargaban traducciones de manuscritos árabes. El joven René observaba la traición de un padre pudoroso que, en cuanto el escrito original descendía a lo que estaba por debajo de la cintura, insconcientemente cambiaba el poema y traducía con el mismo ritmo, metro y rima pero sin los detalles escabrosos. Desde la influencia del Alepo sirio que funde las culturas árabe, otomana y francesa, Khawan se dispone a rescatar el auténtico ambiente de Las mil y una noches eliminando textos, añadiendo otros y prescindiendo tanto de influencias occidentales como de las provenientes del integrismo religioso. Lanza la hipótesis de trabajo de que pudo haber un redactor único de los textos que supo respetar el estilo de la tradición oral. Dice Carles Geli en El País 17.11.2007: "Con la milimetrada versión de Khawam, más de un califa está a punto de ser linchado por el pueblo, el vino embriagador y prohibido se escancia donde antes se bebían zumos, las mujeres de toda condición tienen mayor apetito sexual y los poemas son más licenciosos."
La edición francesa de Khawan resulta atractiva. Ahora bien, hay que reconocer que en la edición española de Juan Vernet ya se bebía vino.
La edición francesa de Khawan resulta atractiva. Ahora bien, hay que reconocer que en la edición española de Juan Vernet ya se bebía vino.
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