Alemania adoptó recientemente el objetivo de que en 2050 el 80% de sus fuentes de energía fueran renovables y discute ahora sobre cómo afrontar los costes del cierre nuclear. La preocupación por la energía es tan intensa que se está realizando un catastro de chimeneas y estufas por distrito, el cual se quiere terminar al final de 2013 especificando el tipo de estufa, su antigüedad, tipo de combustible y su clasificación en cuanto a sus emisiones dañinas. Están incluídas las calderas de calefacción a partir de una potencia de 4 kilowatios. La nueva regulación establece los límites de emisiones dañinas. Se quiere reducir la emisión de partículas y de monóxido de carbono. Para los casos en los que las actuales instalaciones no se ajusten a los límites prescritos, se han establecido plazos para la adecuación o inutilización de cada instalación. Si el año de construcción es hasta 1974, entonces debe modificarse hasta el fin de 2014; las que se construyeron entre 1975 y 1984, deben modificarse hasta el fin de 2017; las correspondientes a 1985-1994, tienen un plazo hasta el fin de 2020; y las más recientes lo harán hasta 2024.
A pesar de ello, la prensa alemana (FAZ 26.02.2013) contempla con admiración a su vecina Dinamarca al resaltar que dicho país va un paso por delante porque desde principios de este año no se pueden instalar calefacciones que utilicen gas o derivados del petróleo en las nuevas construcciones; desde 2016 no se podrán instalar en las actuales propiedades nuevas estufas o calderas de gas o derivados del petróleo. Desde hace un mes los usuarios daneses pagan una tasa que se aplica a casi todos los combustibles para calefacción, la cual irá subiendo hasta 2020 de tal modo que costará entonces unos 174€ más que ahora por vivienda. Para las empresas la subida alcanzará hasta unos 27€ por empleado. Con todo ello se pretende el desarrollo y ampliación de otras fuentes de energía renovables cuyos costes alcazarán los 470 millones de euros. Este plan ha sido adoptado a instancias del actual gobierno socialdemócrata pero con el acuerdo de casi todos los partidos de la oposición, a excepción de Alianza Liberal. El objetivo del plan es que en 2020 el 35% de la energía que se consuma en Dinamarca proceda de fuentes renovables, mientras que en la actualidad es del 24%. Además se pretende que la mitad de la energía eléctrica proceda de fuentes eólicas. Los partidos han acordado también diseñar planes para que en 2050 sea la totalidad de la misma. La tendencia se encamina hacia la calefacción mediante energía eléctrica porque sólo este tipo de energía, junto con las que consumen madera, quedan exentas de las tasas antes citadas.
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