viernes, 30 de octubre de 2009

Maquiavelo: Cómo huir de los aduladores

Nicolás Maquiavelo dedicó su obra El Príncipe a teorizar sobre la consecución y el mantenimiento del poder político. Napoleón Bonaparte prestó tanta atención a dicha obra que disponemos de una versión anotada por este último (en castellano, ed. Espasa-Calpe). Muchas de las recomendaciones de Maquiavelo son méramente pragmáticas y parecería que su observancia fuera sencilla, pero si consideramos cómo los aduladores rodean a los poderosos actuales al tiempo que éstos se deshacen de aquellos que tienen independencia de criterio y tendencia a la verdad, tenemos que concluir que no han leído atentamente a nuestro autor. He aquí una nueva ocasión para hacerlo:

Capitulo XXIII

COMO HUIR DE LOS ADULADORES

  • No quiero pasar por alto un asunto importante, y es la falta en que con facilidad caen los príncipes si no son muy prudentes o no saben elegir bien. Me refiero a los aduladores, que abundan en todas las cortes. Porque los hombres se complacen tanto en sus propias obras, de tal modo se engañan, que no atinan a defenderse de aquella calamidad; y cuando quieren defenderse, se exponen al peligro de hacerse despreciables. Pues no hay otra manera de evitar la adulación que el hacer comprender a los hombres que no ofenden al decir la verdad; y resulta que, cuando todos pueden decir la verdad, faltan al respeto.
  • Por lo tanto, un príncipe prudente debe preferir un tercer modo: rodearse de los hombres de buen juicio de su Estado, únicos a los que dará libertad para decirle la verdad, aunque en las cosas sobre las cuales sean interrogados y sólo en ellas. Pero debe interrogarlos sobre todos los tópicos, escuchar sus opiniones con paciencia y después resolver por sí y a su albedrío. Y con estos consejeros comportarse de tal manera que nadie ignore que será tanto más estimado cuanto más libremente hable. Fuera de ellos, no escuchar a ningún otro, poner en seguida en práctica lo resuelto y ser obstinado en su cumplimiento. Quien no procede así se pierde por culpa de los aduladores o, si cambia a menudo de parecer, es tenido en menos.




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