miércoles, 6 de enero de 2010

Terrorismo y derechos inalienables: El experimento de Eslovaquia

De ser cierta la noticia de prensa aparecida hoy en la prensa europea (El País, Times) según la cual el Gobierno de Eslovaquia habría utilizado a ciudadanos de su país para, sin su consentimiento, introducirles explosivos en sus equipajes y comprobar la fiabilidad de sus controles policiales en los aeropuertos, y de paso en los aeropuertos de llegada de alguno de los viajeros, como Irlanda, los hechos constituirían un grave desprecio a la dignidad humana, a la libertad, a la igualdad, a la no discriminación y a la justicia; valores consagrados por el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea que textualmente establece lo siguiente:
"La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres."

Los hechos afectan no sólo a las personas a las que se les ha utilizado como medio para un fin que se presume justificado, sino a todos los ciudadanos de la Unión Europea. En primer lugar porque la violación de un fundamento resquebraja el fundamento mismo y eso afecta a todos; pero, en segundo lugar, y por si hay alguna duda sobre el alcance europeo, imaginen los ciudadanos de un país, por ejemplo España, que la policía de una región del mismo, por ejemplo la vasca, para comprobar aspectos de la seguridad, introdujera explosivos en el equipaje de un ciudadano y éste volara a la capital del país, por ejemplo Madrid, donde al cabo de tres días se descubre el pastel y el ciudadano es detenido. El escándalo en España sería mayúsculo puesto que, al tratar de aumentar la seguridad en los vuelos, el método utilizado en realidad acaba generando más inseguridad por todas partes. Terminado el ejercicio imaginativo, amplíese la escala a la Unión Europea para considerar los efectos.


Ahora bien, supongamos que las autoridades eslovacas persiguen el fin de mejorar la eficiencia de su seguridad. De acuerdo, es un fin loable. Pero este caso es un claro ejemplo de que no todo vale en el sistema político y de garantías de la Unión Europea, y de los países que forman parte de la misma, como Eslovaquia desde 2004. Primero porque hemos decidido que el individuo tiene derechos inalienables; y, segundo, porque algunos métodos nos igualan al terrorismo que se quiere combatir, y eso tampoco resulta admisible porque entonces tendríamos que combatirnos a nosotros mismos. La diferencia esencial entre un Estado de Derecho y otros sistemas políticos reside justamente en que en un Estado de Derecho el individuo tiene derechos que no pueden ser pisoteados ni por una mayoría de ciudadanos, ni por el Estado o sus representantes; y, si así ocurriera, dicho ciudadano debería poder recurrir a la justicia, como poder independiente del poder ejecutivo o legislativo, para reclamar y conseguir el resarcimiento ante su atropello. Pero, además, si las autoridades políticas, que tienen el deber de cumplir y hacer cumplir las leyes, observan algún incumplimiento flagrante como el que se menciona, también tienen el deber moral, político y pedagógico de adoptar una posición pública que censure los hechos y pidan explicaciones a los responsables si estos se hubieran producido de la manera que anuncia la prensa escrita.


En estos momentos debería ocurrir lo siguiente:

A) Eslovaquia, pero también Irlanda, dan explicaciones suficientes de lo sucedido y anuncian cómo resarcirán de los daños causados a los individuos directamente afectados además de que adoptarán medidas para evitar que se repitan sucesos semejantes.
B) En el caso de que tal cosa no suceda, las autoridades de la Unión Europea son las que deben pedir dichas explicaciones a los Estados mencionados en el marco de los procedimientos establecidos en los Tratados.

Hasta el momento, como ha puesto de relieve el reciente caso de Detroit, tendíamos a pensar que son los terroristas los que promueven que los viajeros lleven explosivos en los aviones comerciales. Esperemos que no tengamos que considerar que hay más interesados en lo mismo, al menos por dos razones. La primera porque sería más difícil distinguir entre terroristas y no terroristas, y la segunda porque la capacidad explosiva no distingue bien entre las finalidades que se persiguen, sobre todo en el aire.

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Enlace: Disculpas del Gobierno eslovaco.

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