Cuenta Semprún que, un mes antes de ser liberados los supervivientes del campo de concentración nazi de Buchenwald, escuchaba estupefacto el relato preciso y objetivo de un deportado recién llegado de Auschwitz sobre el funcionamiento de la selección, el funcionamiento de la cámara de gas, el exterminio en cadena, programada de manera industrial. Un mes más tarde, en abril de 1945, el teniente primero Rosenberg, del ejército americano, explicaba en el mismo campo a los ciudadanos de la cercana ciudad alemana de Weimar el funcionamiento del crematorio de Buchenwald, ante la presencia de montañas de cadáveres y de algunos supervivientes, entre ellos Semprún. Las fuerzas americanas habían llevado allí algunos ciudadanos de dicha población cercana para que vieran el horror. Así lo narra Semprún:
- Muchas mujeres no habían podido soportar el espectáculo y se habían puesto a llorar. Una de ellas se había vuelto hacia el teniente primero y le había gritado: ' !Nosotros no hemos querido esto, no lo sabíamos, somos inocentes!'
- El teniente primero Rosenberg le respondió sin modificar el tono de su voz. En realidad no recuerdo las palabras exactas que utilizó entonces, es evidente, después de todos estos años, medio siglo más tarde. Pero recuerdo perfectamente el significado de lo que dijo, del contenido de su respuesta.
- 'Ustedes no sabían nada, es posible que no hubieran sabido nada; pero no han intentado saberlo tampoco. El campo se encuentra a pocos kilómetros de Weimar; cada día los trenes de Buchenwald atravesaban Weimar. ¿Así pues, no han visto ustedes nunca los trenes tampoco? Los deportados trabajaban en las fábricas de Gustloff con ingenieros y encargados que eran civiles alemanes como ustedes. ¿Realmente nadie les ha hablado nunca de esto? ¿Nadie los ha visto? ¿Tal vez eran invisibles? En realidad ustedes no han visto nada por que no han querido ver nada, porque simplemente han mirado a otra parte.' Y terminó su discurso más o menos de este modo: 'Es posible que ustedes fuesen inocentes, en la inmensa soledad de sus conciencias. Pero ustedes son responsables porque no viven solos, fuera del tiempo, de la comunidad. Ustedes son responsables de lo que no han sabido, simplemente porque han rehusado saberlo; y son responsables de lo que no han visto, simplemente porque han rehusado verlo.'
- Desde que el teniente primero Rosenberg cesó de hablar, un largo e intenso silencio le sucedió. Las mujeres habían dejado de llorar. Estaban petrificadas, incapaces de retirar su mirada de aquellos inimaginables amontonamientos de cadáveres."
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