Salvador Giner, en una entrevista de Francesc Arroyo, nos deja las siguientes perlas:
- Como decía Pascal, la verdad es distinta a ambos lados de los Pirineos. También Montesquieu: en Marruecos hay poligamia y concubinas y al otro lado del Estrecho, la monogamia con amantes. El ser humano es racional en todas partes y eso le permite distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Todo el mundo sabe lo que es un robo, lo que es traición, cuidar a los hijos o abandonarlos. Esto es universal. Ahora se lleva mucho el todo vale: cualquiera puede optar entre varias posibilidades, elegir el matrimonio que quiera y separarse como si no hubiese hijos o problemas de deudas. Como si no hubiese crueldad mental y todo tipo de perversidades. Porque, concluyamos, el hombre es bastante malo. El sociologismo ingenuo que propone una estructura utópica donde todo el mundo se ama, no resiste.
- Marx no se hacía ilusiones. La grandeza de Marx es que es dramático. El optimismo de la voluntad típico de los socialistas, de la izquierda, ha tendido a ocultar la crueldad. Por eso he dedicado bastante espacio a Schopenhauer y Nietzsche. Ninguno de los dos se hacía ilusiones. Son dos pesimistas aguafiestas (junto a Freud, que aplica las teorías de los dos primeros), pero no se puede hacer filosofía moral sin ellos. Los que la hacen son los filósofos analíticos. ¡Angelicales! Se plantean cuestiones de elección por un individuo racional, hacen teoría de juegos, pero no hablan del Tercer Mundo, sino de experimentos que se hacen en Harvard, en Chicago. Fui a algunas clases de Strawson y me aburrí mucho. Me interesaba más Hannah Arendt hablando de las cámaras de gas o diciendo que Eichmann no era culpable. Era un burócrata del terror. Hablaba de casos reales. La filosofía moral contemporánea se ha perdido en el análisis de la acción, la intención, el resultado. ¡Oiga, que ha habido cámaras de gas o un Pol Pot, que hay expedientes de regulación de empleo, que se ha producido la estafa de la banca! ¡Esos son los problemas de la ética!
- Plantea un asunto crucial: ¿por qué la gente obedece? Por qué se manda, se comprende, pero la obediencia… Un hombre es colocado en un piquete, aprieta el gatillo y mata. Luego se va a almorzar. Ha cumplido órdenes. Eso está en La Boétie y en pocos más. Quizás en Freud. ¿Por qué somos tan bestialmente malos? Un león no lo es. Mata, pero no se ensaña ni tortura. El hombre es el único mono que tortura. Posiblemente hemos triunfado sobre el resto de la naturaleza debido a esa brutal agresividad. ¿Por qué? No lo sabemos, pero sabemos que las explicaciones sociológicas son insuficientes. Hay quien dice que los obreros son resentidos. ¿Por qué no iban a serlo? se pregunta Marx.
- La responsabilidad no es colectiva, pero hay estructuras perversas. Hay un mal estructural. Y esa es la tragedia. Esto exige que el individuo se niegue a hacer el mal, que desobedezca. Y ahí se la juega. Eso es el heroísmo: una rareza. Sales a manifestarte con un millón de personas y es gratificante. Ir solo es diferente. Igual lo que nos gusta no es mandar sino obedecer. Es más sencillo.
- La moral es social, pero el individuo tiene cerebro, razona y piensa en lo que lo determina. Somos, que se sepa, el único ser que piensa que piensa. La conciencia es libertad, poca, pero libertad. Ulises sabe que pasará por donde las sirenas y que no resistirá su canto, pero se hace atar y las oye. El hombre es el único animal que sabe lo que lo determina, pero es capaz de crear las condiciones para superarlo. Eso es la libertad: imaginar cómo ser libre oyendo las sirenas, aunque se sufra. Somos unas bestias muy raras, por eso tenemos moral. La miseria de la moral contemporánea es que, tras la crisis de los grandes mensajes, solo quedan las sectas. O los comités.
- Estamos produciendo moral por negociación. Hay comisiones para hablar de la eutanasia, el aborto, la mayoría de edad. Con un médico, un filósofo, un cura (¿por qué?). Estamos gobernados por comisiones y muchas se llaman de ética. Tras burocratizar el mundo, estamos burocratizando la moral. Y esto pasa porque no tenemos claras las prioridades. Es en lo poco que estoy de acuerdo con los posmodernos: se han perdido las prioridades morales.
El origen de la moral. Ética y valores en la sociedad actual. Salvador Giner. Península. Madrid, 2012.
Giner, Salvador. El País, 26.01.2013. Babelia, página 12.
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