La Universidad de Navarra mantiene un foro de estudios sobre Joseph Ratzinger que recoge una serie de "fuentes para conocer mejor el pensamiento del actual Benedicto XVI". Entre los estudios en castellano figura el titulado Ratzinger y la Izquierda (2008), del profesor Manuel Jiménez Redondo, quien ha sido durante décadas el traductor de Habermas al castellano.
En el mencionado estudio, Jiménez Redondo analiza la figura de Ratzinger presentándolo como alguien con la suficiente altura intelectual como para no necesitar que nadie le de lecciones de ilustración política, especialmente desde la izquierda. Resumimos a continuación algunos de los argumentos de Manuel Jiménez en el estudio mencionado:
I
Mientras algunas posiciones de la izquierda parecen considerar a Ratzinger como poco conocedor de la modernidad, su última encíclica [Spe salvi] muestra elevadas dosis de solvencia al analizar y exponer el pensamiento moderno a propósito de cuestiones como la reaparición de las religiones en el espacio público y el sentido de la libertad moderna.
II
Tras el ocaso de las grandes utopías mesiánicas seculares (Habermas: Condorcet y Marx), la religión hace acto de presencia en el espacio público haciendo uso de la libertad que lo ha creado. La necesidad de repensar ahora la relación entre la libertad moderna y las religiones no se satisface con pataletas, ni con una cosmovisión laicista (sería una nueva religión), ni expulsando a las religiones del espacio público (negaría sus propios presupuestos); sino releyendo las fuentes del pensamiento europeo liberal y de izquierdas, cosa que el Papa ya ha hecho, mientras que están por ver los líderes de la izquierda que recurren a esas lecturas.
Habría sido mejor para la izquierda, que pasó de la Revolución al postmodernismo, haber tenido en consideración la coherente propuesta de Habermas de ir "de Parsons a Marx a través de Weber".
III
La "ley humana" no debería contravenir las "leyes divinas" de las religiones, salvo para proteger y hacer valer la "ley divina" superior que está a la base del derecho moderno: la de la efectiva, real e igual libertad de todos y cada uno; esto es, "la libertad de cada cual de decidir la configuración que se va a dar a su vida desde el sentido último que atribuya a ésta, sin necesidad de pedir autorización ni permiso a nadie, sin más limitaciones que reconocer ese derecho a todos."
Kant y Hegel nos señalan que la ley de la igual libertad brota del mismo sitio de donde nacen las religiones: ese más allá de sí mismo del ser humano que lo individúa (nadie se muere en mi lugar) y lo entrega a su propia responsabilidad.
Si aceptamos esa ley de la igual libertad, entonces todas las visiones últimas del mundo y de la vida se saben plurales y son "razonables" (Rawls) y pueden convivir en el espacio público.
Durkheim, Weber y Habermas han insistido en que no habría dificultad para que las religiones universales aceptaran esa ley de la razón, que puede ser pensada como aquello a lo que ellas dieron figura: el individuo responsable que responde sólo ante lo Incondicionado, su más allá. Y al revés, "por provenir de las mismas fuentes que las religiones, la razón y libertad modernas quizá hayan de dejarse recordar muchas veces por las religiones su autonomía e incondicionalidad, obligando a redefinirlas y a refrescarlas" (Habermas y Ratzinger).
IV
La religiones y sus sucedáneos modernos a veces han sido un riesgo para la libertad moderna, a veces la han afianzado, y otras veces han sido para ella fuente de inspiración. Ratzinger cree que así como el Cristianismo conservó la cultura greco-romana frente a los bárbaros, ahora pudiera hacer lo propio para que la Ilustración moderna se conservara y repensara en su pretensión de universalidad frente a la nueva barbarie (Adorno). Es el caso de la democracia en América impregnada del protestantismo de sectas (a la que se acomodó el catolicismo) que, apelando a la Ilustración, no se revuelve contra la conciencia religiosa. Por otro lado, sin dicha democracia americana tal vez en la primera mitad del s. XX habría quedado barrida la democracia liberal del continente europeo por los monstruos engendrados por la razón ilustrada y por la crisis de ese sueño en Europa.
V
Frente a la descolorida textura conceptual posmodernista de la izquierda que hoy prevalece, empeñandose en hacer verdad aquello que Apollinarie dijo de un Papa conservador: "L'Européen le plus moderne c'est vous Pape Pie X", Ratzinger entiende por razón e ilustración lo mismo que Kant, y por dialéctica de la ilustración lo mismo que Horkheimer y Adorno. Lo hace suyo y lo explica con claridad y rigor, añadiendo además el conocimiento de sus propias tradiciones, por lo que sus razonamientos son también potentes para el no creyente.
VI
Frente a mucha cultura de izquierdas que, por la vía de entrablar confrontaciones, busca darse una consistencia de la que quizá carece (Paolo Flores d'Arcais), Ratzinger opone textos de la modernidad apropiándose religiosamente de sus problemáticas. La respuesta que merece no es la histeria sino ir a la ilustración islámica, a Lutero, Francisco de Vitoria, Grocio, Hobbes, Spinoza, Locke, Rousseau, Jefferson, Mills, Weber, Kelsen, la Escuela de Frankfurt, Habermas y a muchos otros que "pueden ofrecer elementos para repensar en esta nueva situación de retorno de las religiones los principios de orden liberal sin salir corriendo a convocar enseguida una contracruzada por parte de una izquierda, autoerigida ahora en guardiana del espacio público burgués."
VII
Es inadmisible que gente que se considera liberal, progresista y de izquierdas censuren la visita de Ratzinger a una universidad para pronunciar una lección inaugural por ser demasiado conservador y haber citado hace veinte años a Feyerabend. Primero, un conservador tiene todo el derecho a pronunciar ese discurso; y segundo, ¿renuncia la izquierda a la crítica de Feyerabend al racionalismo dogmáticamente disminuido en términos cientifistas y tecnológicos sin capacidad de distancia respecto de sí mismo? Si eso es así, la cultura de izquieras tendría perdida la partida. Además, en su proyecto de discurso, Ratzinger se remite a Rawls y a Habermas, representantes de la cultura ilustrada occidental contemporánea, y los convierte en objeto de apropiación religiosa, hablando y discutiendo con ellos. Por el contrario, en la universidad censuran el discurso de Ratzinger.
Ratzinger da por supuestos órdenes del pensamiento liberal, como el de la convivencia de distintas "iglesias", que ignoran quienes le censuran.
El Estado ha de ser laico, pero el espacio público es para las personas privadas y tiene que ser tan variopinto como la sociedad misma y no vale ningún juego de exclusiones sino un intensificado juego de argumentaciones.
VIII
La cultura liberal de izquierdas debería felicitarse de que Ratzinger apareciera citando a tales productos de la cultura ilustrada liberal convirtiéndolos en ingredientes de su propio sistema de creencias; y, a la inversa, las grandes religiones universales han de sujetarse a las concidiciones de razonabilidad moderna para no ser consideradas como puramente irracionales (Ratzinger). ¿Acaso lo único que cabría para la izquierda es caer en un juego de equilibrio de "poderes de censura"?
IX
Ratzinger subraya que los valores revolucionarios de libertad, igualdad y solidaridad son secularización de una herencia cristiana y, por lo tanto, son valores que la cultura religiosa comparte sin más con la cultura política moderna. Mientras que en Europa es difícil atreverse a criticar símbolos de la religión hebrea o de la religión islámica, no es así con los de la religión cristiana. El análisis de Ratzinger es sutil. Se trataría de un autoodio patológico de Europa, que intentando comprender al otro no se gusta ni se quiere a sí misma, que sólo ve de ella lo cruel y no lo valioso. Europa necesitaría aceptarse a sí misma pues tampoco la multiculturalidad es posible sin puntos de orientación en lo propio (Ratzinger).
X
Ratzinger es un profesor de filosofía y teología de prestigio que se mueve en el pensamiento ilustrado moderno de raíz protestante, por eso ha percibido tan bien su problemática, y la tendencia a la propia autodejación postmoderna (de ahí sus críticas a la misma).
"La cultura ilustrada moderna no tiene muy claro cuáles habrían de ser las bases sobre las que seguir asentando la pretensión de universalidad y de incondicionalidad de aquel programa revolucionario de libertad, igualdad y fraternidad que constituye la cultura moral ilustrada de Occidente."
Ratzinger está convencido de que, desaparecidas las utopías ilustradas, es el momento de la vuelta de la religión universal para llevar a la razón moral ilustrada a su cumplimiento por la vía del desafío. Y al Ratzinger profesor le encanta la discusión, por lo que se mete en todo. Junto a todo lo cual está el Ratzinger conservador de su propia herencia religiosa, para mantenerla en la pureza y la claridad que la distinga de lo otro, como en los monasterios de la orden de San Benito.
Ratzinger es, pues, alguien más complejo de lo que se ha supuesto en algunas posiciones de izquierdas.
Jiménez Redondo, Manuel. Ratzinger y la Izquierda. Valencia: 2008 (tomado de la Universidad de Navarra).
P.D.:
En el mencionado estudio, Jiménez Redondo analiza la figura de Ratzinger presentándolo como alguien con la suficiente altura intelectual como para no necesitar que nadie le de lecciones de ilustración política, especialmente desde la izquierda. Resumimos a continuación algunos de los argumentos de Manuel Jiménez en el estudio mencionado:
I
Mientras algunas posiciones de la izquierda parecen considerar a Ratzinger como poco conocedor de la modernidad, su última encíclica [Spe salvi] muestra elevadas dosis de solvencia al analizar y exponer el pensamiento moderno a propósito de cuestiones como la reaparición de las religiones en el espacio público y el sentido de la libertad moderna.
II
Tras el ocaso de las grandes utopías mesiánicas seculares (Habermas: Condorcet y Marx), la religión hace acto de presencia en el espacio público haciendo uso de la libertad que lo ha creado. La necesidad de repensar ahora la relación entre la libertad moderna y las religiones no se satisface con pataletas, ni con una cosmovisión laicista (sería una nueva religión), ni expulsando a las religiones del espacio público (negaría sus propios presupuestos); sino releyendo las fuentes del pensamiento europeo liberal y de izquierdas, cosa que el Papa ya ha hecho, mientras que están por ver los líderes de la izquierda que recurren a esas lecturas.
Habría sido mejor para la izquierda, que pasó de la Revolución al postmodernismo, haber tenido en consideración la coherente propuesta de Habermas de ir "de Parsons a Marx a través de Weber".
III
La "ley humana" no debería contravenir las "leyes divinas" de las religiones, salvo para proteger y hacer valer la "ley divina" superior que está a la base del derecho moderno: la de la efectiva, real e igual libertad de todos y cada uno; esto es, "la libertad de cada cual de decidir la configuración que se va a dar a su vida desde el sentido último que atribuya a ésta, sin necesidad de pedir autorización ni permiso a nadie, sin más limitaciones que reconocer ese derecho a todos."
Kant y Hegel nos señalan que la ley de la igual libertad brota del mismo sitio de donde nacen las religiones: ese más allá de sí mismo del ser humano que lo individúa (nadie se muere en mi lugar) y lo entrega a su propia responsabilidad.
Si aceptamos esa ley de la igual libertad, entonces todas las visiones últimas del mundo y de la vida se saben plurales y son "razonables" (Rawls) y pueden convivir en el espacio público.
Durkheim, Weber y Habermas han insistido en que no habría dificultad para que las religiones universales aceptaran esa ley de la razón, que puede ser pensada como aquello a lo que ellas dieron figura: el individuo responsable que responde sólo ante lo Incondicionado, su más allá. Y al revés, "por provenir de las mismas fuentes que las religiones, la razón y libertad modernas quizá hayan de dejarse recordar muchas veces por las religiones su autonomía e incondicionalidad, obligando a redefinirlas y a refrescarlas" (Habermas y Ratzinger).
IV
La religiones y sus sucedáneos modernos a veces han sido un riesgo para la libertad moderna, a veces la han afianzado, y otras veces han sido para ella fuente de inspiración. Ratzinger cree que así como el Cristianismo conservó la cultura greco-romana frente a los bárbaros, ahora pudiera hacer lo propio para que la Ilustración moderna se conservara y repensara en su pretensión de universalidad frente a la nueva barbarie (Adorno). Es el caso de la democracia en América impregnada del protestantismo de sectas (a la que se acomodó el catolicismo) que, apelando a la Ilustración, no se revuelve contra la conciencia religiosa. Por otro lado, sin dicha democracia americana tal vez en la primera mitad del s. XX habría quedado barrida la democracia liberal del continente europeo por los monstruos engendrados por la razón ilustrada y por la crisis de ese sueño en Europa.
V
Frente a la descolorida textura conceptual posmodernista de la izquierda que hoy prevalece, empeñandose en hacer verdad aquello que Apollinarie dijo de un Papa conservador: "L'Européen le plus moderne c'est vous Pape Pie X", Ratzinger entiende por razón e ilustración lo mismo que Kant, y por dialéctica de la ilustración lo mismo que Horkheimer y Adorno. Lo hace suyo y lo explica con claridad y rigor, añadiendo además el conocimiento de sus propias tradiciones, por lo que sus razonamientos son también potentes para el no creyente.
VI
Frente a mucha cultura de izquierdas que, por la vía de entrablar confrontaciones, busca darse una consistencia de la que quizá carece (Paolo Flores d'Arcais), Ratzinger opone textos de la modernidad apropiándose religiosamente de sus problemáticas. La respuesta que merece no es la histeria sino ir a la ilustración islámica, a Lutero, Francisco de Vitoria, Grocio, Hobbes, Spinoza, Locke, Rousseau, Jefferson, Mills, Weber, Kelsen, la Escuela de Frankfurt, Habermas y a muchos otros que "pueden ofrecer elementos para repensar en esta nueva situación de retorno de las religiones los principios de orden liberal sin salir corriendo a convocar enseguida una contracruzada por parte de una izquierda, autoerigida ahora en guardiana del espacio público burgués."
VII
Es inadmisible que gente que se considera liberal, progresista y de izquierdas censuren la visita de Ratzinger a una universidad para pronunciar una lección inaugural por ser demasiado conservador y haber citado hace veinte años a Feyerabend. Primero, un conservador tiene todo el derecho a pronunciar ese discurso; y segundo, ¿renuncia la izquierda a la crítica de Feyerabend al racionalismo dogmáticamente disminuido en términos cientifistas y tecnológicos sin capacidad de distancia respecto de sí mismo? Si eso es así, la cultura de izquieras tendría perdida la partida. Además, en su proyecto de discurso, Ratzinger se remite a Rawls y a Habermas, representantes de la cultura ilustrada occidental contemporánea, y los convierte en objeto de apropiación religiosa, hablando y discutiendo con ellos. Por el contrario, en la universidad censuran el discurso de Ratzinger.
Ratzinger da por supuestos órdenes del pensamiento liberal, como el de la convivencia de distintas "iglesias", que ignoran quienes le censuran.
El Estado ha de ser laico, pero el espacio público es para las personas privadas y tiene que ser tan variopinto como la sociedad misma y no vale ningún juego de exclusiones sino un intensificado juego de argumentaciones.
VIII
La cultura liberal de izquierdas debería felicitarse de que Ratzinger apareciera citando a tales productos de la cultura ilustrada liberal convirtiéndolos en ingredientes de su propio sistema de creencias; y, a la inversa, las grandes religiones universales han de sujetarse a las concidiciones de razonabilidad moderna para no ser consideradas como puramente irracionales (Ratzinger). ¿Acaso lo único que cabría para la izquierda es caer en un juego de equilibrio de "poderes de censura"?
IX
Ratzinger subraya que los valores revolucionarios de libertad, igualdad y solidaridad son secularización de una herencia cristiana y, por lo tanto, son valores que la cultura religiosa comparte sin más con la cultura política moderna. Mientras que en Europa es difícil atreverse a criticar símbolos de la religión hebrea o de la religión islámica, no es así con los de la religión cristiana. El análisis de Ratzinger es sutil. Se trataría de un autoodio patológico de Europa, que intentando comprender al otro no se gusta ni se quiere a sí misma, que sólo ve de ella lo cruel y no lo valioso. Europa necesitaría aceptarse a sí misma pues tampoco la multiculturalidad es posible sin puntos de orientación en lo propio (Ratzinger).
X
Ratzinger es un profesor de filosofía y teología de prestigio que se mueve en el pensamiento ilustrado moderno de raíz protestante, por eso ha percibido tan bien su problemática, y la tendencia a la propia autodejación postmoderna (de ahí sus críticas a la misma).
"La cultura ilustrada moderna no tiene muy claro cuáles habrían de ser las bases sobre las que seguir asentando la pretensión de universalidad y de incondicionalidad de aquel programa revolucionario de libertad, igualdad y fraternidad que constituye la cultura moral ilustrada de Occidente."
Ratzinger está convencido de que, desaparecidas las utopías ilustradas, es el momento de la vuelta de la religión universal para llevar a la razón moral ilustrada a su cumplimiento por la vía del desafío. Y al Ratzinger profesor le encanta la discusión, por lo que se mete en todo. Junto a todo lo cual está el Ratzinger conservador de su propia herencia religiosa, para mantenerla en la pureza y la claridad que la distinga de lo otro, como en los monasterios de la orden de San Benito.
Ratzinger es, pues, alguien más complejo de lo que se ha supuesto en algunas posiciones de izquierdas.
Jiménez Redondo, Manuel. Ratzinger y la Izquierda. Valencia: 2008 (tomado de la Universidad de Navarra).
P.D.:
- Si decimos que Manuel Jiménez no tiene inconveniente en considerarse socialdemócrata, ¿cambia mucho la interpretación de sus posiciones?
- Un punto de vista completamente distinto: The great Ratzinger, por Laurina Paperina.
EL ORIGEN LAICO DE LA FILOSOFÍA CRISTIANA. El cristianismo se inició como un movimiento laico. La Epístola apócrifa de los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la educación en los valores de la paideia griega (cultivo de sí). Que tenía como propósito educar a la juventud en la “virtud” (desarrollo de la espiritualidad mediante la práctica continua de ejercicios espirituales, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, y alcanzar la trascendencia humana) y la “sabiduría” (cuidado de la verdad, mediante el estudio de la filosofía, la física y la política, a efecto de alcanzar la sociedad perfecta). El educador utilizando el discurso filosófico, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, ilustra lo que es la trascendencia humana y como alcanzarla. Y por su autentico valor propedéutico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar los fines últimos de la paideia griega siguiendo a Cristo. Meta que no se ha logrado debido a que la letrina moral del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo (cristianismo laico), separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su religión basura que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD
ResponderEliminarBREVE CRÍTICA AL PROFETISMO JUDÍO DEL ANTIGUO TESTAMENTO: La relación entre la fe y la razón expuesta parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento (Juan IX, 39), nos enseña la necesidad del raciocinio para hacer juicio justo de nuestras creencias, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad mediante el discernimiento de los textos bíblicos. Lo cual nos exige criticar el profetismo judío o revelación para indagar la verdad que hay en los textos bíblicos. Enmarcado la crítica en el fenómeno espiritual de la trasformación humana y, las ciencias y técnicas que nos ayudan a desarrollarnos espiritualmente. Abordado por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, conceptualizadas por los filósofos griegos y los místicos hindúes. Sabiduría védica instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Utilizando los principios universales del saber filosófico y espiritual como tabla rasa, a fin de deslindar y hacer objetivo lo “que es” o “no es” del mundo del espíritu. Método o criterio que nos ayuda a discernir objetivamente __la verdad o el error en los textos bíblicos analizando los diferentes aspectos y características que integran la triada preteológica: (la fenomenología, la explicación y la aplicación, del encuentro cercano escritos en los textos bíblicos). Vg: la conducta de los profetas mayores (Abraham y Moisés), no es la conducta de los místicos; la directriz del pensamiento de Abraham, es el deseo intenso de llegar a tener una descendencia numerosísima y llegar a ser un país rico como el de Ur, deseo intenso y obsesivo que es opuesto al despego de las cosas materiales que orienta a los místicos; es por ello, que la respuestas del dios de Abraham son alucinaciones contestatarias de los deseos del patriarca, y no tienen nada que ver con el mundo del espíritu. La directriz del pensamiento de Moisés, es la existencia de Israel entre la naciones a fin de llegar a ser la principal de todas, que es opuesta a la directriz de vida eterna o existencia después de la vida que orienta el pensamiento místico (Vg: la moradas celestiales, la salvación o perdición eterna a causa del bien o mal de nuestras obras en el juicio final de nuestra vida terrenal, abordadas por Cristo); el encuentro cercano descrito por Moisés en la zarza ardiente describe el fuego fatuo, el pie del rayo que pasa por el altar erigido por Moisés en el Monte Horeb, describe un fenómeno meteorológico, el pacto del Sinaí o mito fundacional de Israel como nación entre las naciones por voluntad divina a fin de santificar sus ancestros, su pueblo, su territorio, Jerusalén, el templo y la Torah; descripciones que no corresponden al encuentro cercano expresado por Cristo al experimentar la común unión: “El Padre y Yo, somos una misma cosa”, la cual coincide con la descrita por los místicos iluminados. Las leyes de la guerra dictadas por Moisés en el Deuteronomio causales del despojo, exterminio y sometimiento de las doce tribus cananeas, y del actual genocidio del pueblo palestino, hacen evidente la ideología racista, criminal y genocida serial que sigue el pueblo judío desde tiempos bíblicos hasta hoy en día, conducta opuesta a la doctrina de la no violencia enseñada por Cristo __ Discernimiento que nos aporta las suficientes pruebas objetivas de juicio que nos dan la certeza que el profetismo judío o revelación bíblica, es un semillero del mal OPUESTO A LAS ENSEÑANZAS DE CRISTO, ya que en lugar de sanar y prevenir las enfermedades del alma para desarrollarnos espiritualmente, enerva a sus seguidores provocándoles: alucinaciones, estulticia, delirios, histeria y paranoia; propiciando la bibliolatría, el fanatismo, la intolerancia, el puritanismo hipócrita, el sectarismo, e impidiendo su desarrollo espiritual.
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