viernes, 10 de abril de 2009

Indicador europeo de la situación de la Educación

Desde el Consejo Europeo de Lisboa en el año 2000, la Unión Europea se fijó el objetivo estratégico de convertirse en el horizonte de 2010 en la economía del conocimiento más competitiva y más dinámica del mundo, capaz de un crecimiento económico sostenible acompañado de una mejora cuantitativa y cualitativa del empleo y de una mayor cohesión social. El Consejo invitó a la Comisión Europea a presentar un informe anual sintético con una serie de “Indicadores estructurales” que constituyeran un instrumento de medida objetivo de los progresos realizados respecto de los mencionados objetivos de Lisboa.

Puesto que la idea básica era la de competir en el mundo mediante una "economía del conocimiento," resultaba evidente que una parte de los objetivos se tenían que conseguir en el ámbito de la Educación; a saber, había que conseguir que la población de la Unión Europea estuviera mejor formada tanto en su formación inicial como a lo largo de toda la vida. En este sentido uno de los indicadores que se estableció para medir las mejoras deseadas, fue el de la evolución del porcentaje de personas de entre 20 y 24 años de edad que completaban con éxito la segunda etapa o etapa superior de la educación secundaria, de acuerdo con la clasificación de la UNESCO. Así pues, el objetivo en este campo obligaba no sólo a tratar de mejorar los datos de la población que obtiene una titulación correspondiente a la educación básica, sin la cual no se puede acceder a la siguiente etapa, sino que obligaba también a que con posterioridad a la etapa obligatoria aumentara también la tasa de población que debería continuar estudios y obtener las titulaciones inmediatamente posteriores. En España entre esas titulaciones del segundo nivel de la Educación secundaria estarían, por ejemplo, el título de Bachillerato y el título de Técnico de grado medio que proporciona la Formación profesional de grado medio.

La dificultad incial de España para mejorar en los objetivos antes mencionados es que existe un enorme problema de fracaso escolar, en el sentido de que hay una tasa importante de alumnado que a los 16 años de edad no ha obtenido el título de Graduado en Educación Secundaria, el cual se obtiene cursando con éxito la etapa de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Para impedir este fracaso es necesario, primero, seguir tomando medidas para conseguir que hasta los 18 años de edad se reduzca cada vez más la proporción de dicho fracaso; pero además, nuestra sociedad debería hacer un esfuerzo mucho mayor para que todas esas personas mayores de 18 años que no han obtenido una titulación básica pudieran obtenerla a través de los centros de Formación de las Personas Adultas. Sin esos esfuerzos no es posible aspirar a los objetivos europeos que nos hemos dado relativos a aumentar la tasa de personas que alcanzan una titulación Secundaria de segundo nivel.

La Comisión Europea viene publicando, a través de Eurostat, los indicadores mencionados, y en ellos se refleja que en 2007 España se sitúa a más de 15 puntos de la media de los países de la Unión Europea respecto de la población de entre 20 y 24 años de edad que habría alcanzado al menos una titulación secundaria de segundo nivel, esto es, correspondiente al nivel posterior a la secundaria obligatoria. Si la media europea es de un 78'1%, España estaría en un 61,1%. Lejos de Francia, que alcanza un 82,4%; y lejos de Finlandia que, con un 86,5%, es además el país que aparece a la cabeza de los informes PISA; pero también lejos de Polonia, recién llegada a la UE, con un 91,6%, lo que da cuenta del potencial de formación del que dispone dicho país para el futuro inmediato.

Las autoridades educativas deberían presentar el correspondiente informe relativo a este indicador y referirlo a su ámbito territorial (por comunidad autónoma, provincia, comarca, localidad...), de tal modo que se convirtiera en una costumbre obligada para todos el revisarlo cada año y nos permitiera evaluar la puesta en marcha de las políticas educativas. De lo contrario se corre el riesgo de no saber ni dónde estamos exactamente ni hacia dónde vamos.

He aquí una selección de los datos del “nivel de formación de la población joven: Porcentaje de población entre 20 y 24 años que ha completado el nivel de E. Secundaria 2ª etapa”:

Fuente Eurostat.


Una vez vistos estos datos, cabría la posibilidad de formularse preguntas acerca de las posibles causas de la distancia de España respecto de otros países de nuestro entorno. Seguro que somos capaces de reunir, no sólo razones más o menos ocurrentes, sino también una buena serie de datos que nos permitan entender cómo hemos llegado a la situación actual. Hay muchos datos disponibles, y muchos elementos que puede parecer conveniente tomar en consideración, por el momento sólo voy a presentar otros dos indicadores para la reflexión: las tasas de abandono educativo temprano, y las tasas del Producto Interior Bruto (PIB) que se destinan a Educación en España.


Abandono educativo temprano: “Porcentaje de población de 18 a 24 años que no ha completado el nivel de E. Secundaria 2ª etapa y no sigue ningún tipo de educación-formación":



Fuente: Eurostat.

Si España es uno de los países de nuestro entorno que tiene una mayor tasa de jóvenes de entre 18 y 24 años de edad que han abandonado tempranamente la educación, resulta obvio que habrá que desplegar políticas para modificar este hecho.

Gasto público total en educación en relación con el PIB:



Fuente Eurostat.

Hay que tener en cuenta que un 0'01% del PIB español son en 2008 algo más de diez mil millones de euros, en Francia unos diecinueve mil, y en Finlandia no llegan a dos mil. Es obvio que el dato del PIB hay que referirlo a otros elementos como el territorio, la población, el poder de compra, etc. Pero lo que resulta llamativo es que en ese dato España sigue estando por debajo de la media de la UE y además está por debajo de los países de nuestro entorno con los que deberíamos compararnos. Pese a todo, siguen oyéndose voces que repiten que el problema de la educación no reside en el dinero que en ella se emplea. Seguramente esto es así, pero siempre que se alcance un cierto nivel de inversión.




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