En relación con el debate que suscita la presente crisis financiera y económica sobre el Capitalismo, Nikolaus Piper defiende la tesis de que lo que ha fallado es la idea de que los mercados financieros puedan autoregularse, pero lo que no está en crisis es la transición que se ha hecho desde los Estados socialistas a la economía de mercado.
Se queja de lo que Wilhelm Röpke llamó “la fiesta de máscaras de las ideologías”. El “Capitalismo” es un concepto tan ambiguo que cada cual puede cargarle lo que desee, y por eso es un concepto peligroso, especialmente cuando se quiere hacer creer que existe alguna alternativa.
Considera que la situación de la economía mundial es extremadamente preocupante y que todavía permanecerá así por mucho tiempo. Por eso, en lugar de hablar del Capitalismo en un sentido abstracto, prefiere hablar de los aspectos concretos que han fallado y de los que no.
“Ha fallado la idea de que los mercados financieros son racionales y pueden autoregularse, ha fallado el modelo de negocio de muchos grandes bancos, han fallado algunas instituciones, sobre todo el órgano de supervisión de las bolsas americanas SEC, ha fallado el sistema de los bancos nacionales alemanes […] La lista puede alargarse.
Pero no ha fallado el tránsito de los hasta ahora Estados socialistas a la economía de mercado y su integración en el mercado global de capitales y bienes.”
Según su opinión, el impulso de globalización, que se produjo tras la caída del muro de Berlin, es el suceso económico central de ésta época y trascenderá a la actual crisis. Cree que los políticos han aprendido de la crisis de los años treinta y que por eso los bancos centrales actuan más racionalmente que entonces, los gobiernos se aferran a programas coyunturales y, además, protegen a los bancos. Sobre todo, y en contra de la Gran depresión, nadie quiere rechazar la globalización; antes al contrario, los recién llegados a la misma, sobre todo China, están integrados en ella.
Considera que permanecer en este camino racional no es sencillo porque los nacionalismos y proteccionismos llaman a una economía de Estado teniendo en cuenta los billones de euros y dólares que consume la crisis, además de la pérdida de empleos.
Cree que los años finales del s.XX, junto con el éxito de los primeros estados federales alemanes, nos muestran que sólo un mercado en funcionamiento puede proporcionar bienestar. Ludwig Erhard se dió cuenta de que, pese a la crisis económica mundial, la economía de mercado no era el problema sino la solución; por lo que no se trata de desguazar el Capitalismo, sino de salvarlo.
Piper, Nikolaus. ¡Salvad el capitalismo! Süddeutsche Zeitung, 19/04/2009, Economía.
Se queja de lo que Wilhelm Röpke llamó “la fiesta de máscaras de las ideologías”. El “Capitalismo” es un concepto tan ambiguo que cada cual puede cargarle lo que desee, y por eso es un concepto peligroso, especialmente cuando se quiere hacer creer que existe alguna alternativa.
Considera que la situación de la economía mundial es extremadamente preocupante y que todavía permanecerá así por mucho tiempo. Por eso, en lugar de hablar del Capitalismo en un sentido abstracto, prefiere hablar de los aspectos concretos que han fallado y de los que no.
“Ha fallado la idea de que los mercados financieros son racionales y pueden autoregularse, ha fallado el modelo de negocio de muchos grandes bancos, han fallado algunas instituciones, sobre todo el órgano de supervisión de las bolsas americanas SEC, ha fallado el sistema de los bancos nacionales alemanes […] La lista puede alargarse.
Pero no ha fallado el tránsito de los hasta ahora Estados socialistas a la economía de mercado y su integración en el mercado global de capitales y bienes.”
Según su opinión, el impulso de globalización, que se produjo tras la caída del muro de Berlin, es el suceso económico central de ésta época y trascenderá a la actual crisis. Cree que los políticos han aprendido de la crisis de los años treinta y que por eso los bancos centrales actuan más racionalmente que entonces, los gobiernos se aferran a programas coyunturales y, además, protegen a los bancos. Sobre todo, y en contra de la Gran depresión, nadie quiere rechazar la globalización; antes al contrario, los recién llegados a la misma, sobre todo China, están integrados en ella.
Considera que permanecer en este camino racional no es sencillo porque los nacionalismos y proteccionismos llaman a una economía de Estado teniendo en cuenta los billones de euros y dólares que consume la crisis, además de la pérdida de empleos.
Cree que los años finales del s.XX, junto con el éxito de los primeros estados federales alemanes, nos muestran que sólo un mercado en funcionamiento puede proporcionar bienestar. Ludwig Erhard se dió cuenta de que, pese a la crisis económica mundial, la economía de mercado no era el problema sino la solución; por lo que no se trata de desguazar el Capitalismo, sino de salvarlo.
Piper, Nikolaus. ¡Salvad el capitalismo! Süddeutsche Zeitung, 19/04/2009, Economía.
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