Los sofistas de la Grecia clásica nos introdujeron en la discusión acerca de la tensión entre la ley natural (physis) y la ley positiva (nomos). Para algunos de ellos la ley natural se basaba en dos principios: la búsqueda del placer y el dominio del más fuerte. La moral y las normas serían convenciones para limitarlos.
Javier Pérez Royo vuelve a los fundamentos de la Filosofía del Derecho para recordarnos que "la ley del más fuerte es insuprimible", pero también para insistir en que, pese a ello y a diferencia de los animales, la finalidad de la coexistencia humana civilizada ha buscado el principio de igualdad. Se reconoce al más fuerte mediante excepciones al principio de igualdad (Consejo de Seguridad de la ONU, G20...), pero se disponen límites al más fuerte mediante instituciones políticas y jurídicas en favor de este principio. El potencial desequilibrio entre ambos polos es el que nos desliza hacia la civilización o hacia la barbarie.
Considera Pérez Royo que el reciente caso de las expulsiones de gitanos en Francia, o antes los casos de las guerras contra Irak y contra el terror por parte de EEUU al margen de Naciones Unidas, son desequilibrios en favor de la ley del más fuerte que no presagian nada bueno.
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