John M. Coetzee publicó Summertime en 2009. Fue galardonado con el I Premio Reino de Redonda en 2001 por su novela Disgrace, y agraciado en dicho premio con el título de Duke of Deshonra. Más tarde, en 2003, recibiría también el Premio Nobel de Literatura.
Summertime comienza y termina con unas breves páginas que contienen la transcripción de algunas notas y fragmentos del diario de John Coetzee en las que el autor se refiere a sí mismo en tercera persona. Las páginas iniciales nos remiten a 1972-1975, mientras que las finales no tienen referencia temporal. Entre ambas, el grueso del libro contiene asimismo la transcripción de una serie de entrevistas que un joven biógrafo realiza a personas, mayoritariamente mujeres, que han tenido alguna relevante relación con el biografiado durante los años 70 en su país de origen, Sudáfrica, a donde ha vuelto tras una larga estancia en el extranjero. El biógrafo justifica el interés de este momento dado que debieron ser años decisivos para el ahora afamado escritor cuya primera obra, Dusklands, apareció en 1974.
Summertime es la tercera parte de la serie Scenes from Provincial Life que comenzó con Boyhood y Youth, en las que Coetzee practica un modo peculiar de autobiografía novelada, también llamada autre-biography o fictionalised autobiography. Qué sea realidad o ficción es algo que no queda claro de manera premeditada justamente porque lo que parece interesarle a Coetzee es mostrar el juego de espejos de las miradas diversas que se cruzan sobre cada cual, no sólo la de los otros sobre uno mismo, sino también la de uno sobre sí mismo, en abierta discusión acerca del constructo que llamamos "realidad".
En cuanto al contenido, hay al menos los siguientes grandes aspectos interesantes en la obra. En primer lugar, la consideración de las relaciones sociales, profesionales y sentimentales, con una mirada que queda lejos respecto del modelo que actualmente se promueve (inteligencia emocional), de tal modo que podríamos decir que el protagonista no queda demasiado bien parado desde el punto de vista "social", mientras que en otros sentidos resulta cargado de dignidad; y, en segundo lugar, el dibujo punzante de algunos personajes cuya caracterización casi cualquiera, siempre que quiera ver, podría encontrar entre sus allegados. Todo ello sumado a las pinceladas sobre el contexto histórico del apartheid que invitan a diversas reflexiones, entre ellas la identitaria.